El sueco Magnus von Horn debutó hace cinco años con Después de esto, un melodrama en torno a un joven que regresa a su casa tras varios años en un reformatorio y se encuentra con el acoso de sus antiguos conciudadanos. Su segundo trabajo es Sweat, otro drama contenido que gira igualmente alrededor de un personaje sumido en la soledad.
La protagonista de Sweat es una estrella del fitness que ejerce también de influencer en las redes sociales. Un personaje público, mediático, que de repente acusa una especie de soledad existencial que le hace replantearse el valor de las cosas en las que ha creído.
Es un filme sobre el vértigo de la popularidad y el vacío que ello comporta. El relato se ciñe a tres días en la vida de esta motivadora que poco a poco se desliga de aquello que la rodea, desde quienes la adulan hasta los que trabajan para ella y, al parecer, le son fieles. Von Horn emplea un estilo que fluctúa entre la contención y la tensión propia de la forma de vida de la protagonista.
No critica de forma explícita el funcionamiento y repercusión exagerada de las redes sociales, sino que observa, plantea y escruta, sin dictaminar, lo que siempre está bien en películas de estas características.
Es otro retrato, más cruel de lo que sus sofisticadas imágenes hacen pensar, sobre el precio de la fama.
