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Los locos años 20, el arte de provocar

El Guggenheim de Bilbao abre una muestra sobre una década clave para entender del mundo actual

Una de las salas de la exposición sobre “Los locos años 20”. | M. Riera

En las últimas semanas se está escuchando insistentemente que el final de la pandemia traerá tiempos tan proteicos como los años veinte del siglo pasado, cuando el trauma de la Primera Guerra Mundial y la mortífera Gripe Española dio paso a un periodo de irrefrenables ganas de vivir, esplendor económico nunca antes conocido y un optimismo desbordado en el progreso. Quizá por ello el Museo Guggenheim de Bilbao ha abierto una exposición sobre “Los locos años 20”, diseñada por Calixto Bieito, director artístico del Teatro Arriaga, que trata de resumir la explosión artística que advino una vez que callaron las armas, a través de 300 obras de movimientos tan variados como el Dadaísmo, el Constructivismo, la Bauhaus, el Surrealismo o la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad). Dos mottos terribles dominan esta exposición. Uno es del furibundo periodista Karl Kraus: “Die Kunst muss missfallen” (“El arte debe desagradar”). Otro, del escritor Alfred Döblin, autor de Berlin Alexanderplatz: “Kunst ist und bleibt eine saltene Sache” (“El arte es y será una cosa desagradable”). Se trataba por tanto de ir bastante más allá de “épater le bourgeois”.

 Marinero en un bar de París, George Grosz

Marinero en un bar de París, George Grosz Luis Ángel VEGA bilbao

Con coherencia, la exposición se abre con obras de George Grosz, Otto Dix, Christian Schad o Karl Hubbuch, que retratan sórdidos after hours y prostíbulos, cuerpos emaciados por el hambre y carcomidos por el vicio, donde chapotean ricos y pobres, como si se tratase de una visión del Apocalipsis, y donde la fealdad y los humores nauseabundos ejercen una hipnótica atracción. Esta primera parte de la exposición, dedicada a los “Nuevos roles, nuevos modelos”, ahonda en el cambio que la guerra ejerció en las costumbres y los modos de vida, con una mujer trabajadora y liberada, y una mayor libertad para los homosexuales.

 Erótica velada, Max Ernst.

Erótica velada, Max Ernst. L. Á. V.

Es la época que descubre la velocidad, y que experimenta los grandes avances del cine y la fotografía, que esta muestra “exhibe juntos, un paralelismo que hoy en día, en la era de la ubicuidad del teléfono inteligente, parece muy obvio”, reza el programa de la exposición.

Un visitante toma una foto de una de las obras expuestas. Mariola Riera

De ahí la preponderancia en esta muestra de autores como Man Ray o Moholy-Nagy, mientras suena Berlin, sinfonía de una ciudad, de Walter Ruttmann. Aquí es posible ver el primer retrato artístico en un fotomatón, en el que André Breton, fundador del Surrealismo parece ensayar una de las típicas fotografías de muertos del siglo XIX, o los collages de Kurt Schwitters o Max Ernst, mientras una pantalla exhibe imágenes de ese mundo frío e inhóspito de la Metrópolis de Fritz Lang. Pero también hay lugar para esa musa del París de los años veinte que fue Josephine Baker, de la que el conde Harry Kessler escribió en febrero de 1926: “Aparte de una muselina rosa, completamente desnuda… una criatura encantadora, pero casi completamente ausente de erotismo. Con ella piensas tanto en el erotismo como con una bella bestia de presa”.

Novia de Marinero. Otto Dix.

Novia de Marinero. Otto Dix. L. Á. V.

Dadá tiene también un amplio espacio en la muestra, con el Cabaret Voltaire de Zürich o la revista Schall un Rauch (Ruido y Humo) de Max Reinhardt. Resulta chocante que esta parte del recorrido por los años veinte se ilustre musicalmente con la Sinfonía de Cámara número 1 de Schönberg, una obra de 1906, cuando hubiesen sido más adecuadas obras de este autor más avanzadas, abiertamente dodecafónicas.

La exposición diseñada por Bieito, que estos días atrás ha recibido visitantes tan ilustres como el arquitecto británico afincado en Suiza Norman Foster y su esposa, la experta en arte –y de origen gallego como Bieito– Elena Ochoa, también presta atención a otras artes minoritarias, pero que esta época experimentan un avance inusitado, como es la danza. El programa explica: “Uno de los grandes retos que afrontamos ahora, en la década de 2020. Es cómo lograr el equilibrio entre cuerpo, mente y sociedad. La danza es una metáfora válida para este anhelo”. Para ilustrar este concepto la muestra se va un poco antes en el siglo XX, a la experiencia libertaria de Monte Verità, en Ascona.

Otros capítulos de la exhibición prestan atención a la moda, con Cocó Chanel como gran protagonista, o la arquitectura y el diseño, con las grandes aportaciones de la Bauhaus, primero instalada en Weimar y luego Dessau. Hay que reconocer que la muestra supone un recorrido bastante completo por el arte de esta época.

¿Vamos a unos nuevos años veinte? Nada que objetar. Fue una época de creatividad desatada, salvo que también fue una década de hambre y dolor, y que desembocó en los años treinta y cuarenta, sangrientos y apocalípticos.

DATOS DE LA EXPOSICIÓN

Los locos años veinteMuseo Guggenheim de Bilbao. Del 7 de mayo al 19 de septiembre. De 11.00 a 19.00 (lunes cerrado). Entradas, de cinco a 16 euros.

Exposición organizada por el Museo Guggenheim Bilbao y Kunsthaus Zürich

Comisarias: Cathérine Hug y Petra Joos

Diseño de la exposición: Calixto Bieito, Director Artístico del Teatro Arriaga de Bilbao

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