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Tiempo de silencio

No aporta esta secuela gran cosa a la primera entrega pero, al menos, la iguala en intensidad y capacidad de intrigar a partir de un terror primitivo y pausado, nada de sustos de baratillo ni manipulaciones sonoras. Y eso tiene mucho mérito cuando se trata de una película en la que cada sonido vale su peso en oro, en la que los silencios tienen una importancia decisiva porque, ya sabes, como los bichos que atacan a la Humanidad te oigan las vas a pasar canutas.

Krasinski ofrece aquí más frenesí aventurero, y entrega la mayor parte de la responsabilidad a las partes más vulnerables del reparto: niños, adolescentes, bebés incluso. Su forma de enfrentarse a los enemigos es doblemente valerosa y vulnerable. Comandados por una Emily Blunt tan convincente como siempre, los jóvenes actores dan un plus de inquietud y pánico a una historia que no sorprende pero funciona casi siempre, y que presume de un arranque memorable.

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