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Un caballo muy domado

La protagonista a lomos de su caballo amarillo.

Tras varias series de televisión dedicadas a exprimir el filón de “Spirit, el corcel indomable” (2002), la productora Dreamworks propone una continuación de aquella película casi dos décadas después, algo no muy habitual en el terreno de las secuelas. El resultado es menos indomable de lo que anuncia el título. El caballo amarillo sigue trotando libre y salvaje con su manada hasta que encuentra a una niña que le roba el corazón. Todo en el filme es muy blando, leve y en exceso placentero, incluido el villano de la función, líder de una banda de forajidos y ladrones de caballos que no producen ni rechazo ni antipatía. Los conflictos de la pequeña protagonista humana con su padre, a cuya casa regresa después de que este la abandonara por una tragedia familiar, son tan simples como el grafismo, estilo de animación, escenarios y paleta de colores. Decir que es una película muy infantil a modo de crítica no tiene mucho sentido, ya que posiblemente ese sea el público a quien está destinada “Spirit: Indomable”. Por ello han quedado desterrados en la historia otros conflictos mayores o severos y, si hay algún atisbo de drama, se diluye pronto. Es lo que comúnmente se llamaría un filme de buenos sentimientos y, paradójicamente, una película demasiado domesticada sobre caballos indomables.

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