La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Maikel Rodríguez | Sumiller del restaurante Aponiente y miembro del jurado del concurso de vinos atlánticos de Cangas del Narcea

“Se debe enseñar a consumir vino y transmitir su cultura”

“A la denominación de Cangas del Narcea le queda mucho por andar, en publicitarse y acercarse a la gente, pero va por buen camino”

Maikel Rodríguez, catando un vino. Cedida por Maikel Rodríguez

Después de año y medio alejado de Asturias por la pandemia, Maikel Rodríguez va a regresar a su tierra por un motivo muy importante en su vida, con permiso de familia y amigos: el vino. El sumiller gijonés será jurado en el II Concurso de vinos atlánticos en Cangas del Narcea que empieza mañana. Un cometido que le hace mucha ilusión pues será su primer jurado. Su andadura en el campo de la enología se concentra en El Puerto de Santa María (Cádiz), en el famoso restaurante Aponiente. Al mismo llegó cuando tenía 17 años a pasar un verano y empezaba a interesarse por el mundo del vino. Entonces, el cocinero Ángel León iniciaba su andadura gastronómica. Hoy, este último goza de gran reconocimiento y popularidad, avalado por las codiciadas tres estrellas Michelin, y Maikel Rodríguez forma parte, pese a su juventud (29 años), de su equipo de sumilleres, al que accedió en 2015.

–Demasiado joven para el oficio en España, donde el mundo del vino no está precisamente asociado a la juventud.

–Toda la razón, es verdad. Siempre se relaciona la sumillería con un perfil más veterano. La gente joven lo ve como ocio, cuando yo creo que no. Se necesita transmitir una buena educación y qué significa la cultura del vino. Y por supuesto enseñar a consumirlo.

–¿En las escuelas quizás?

–Sí, ¿por qué no? Somos el país que más producción tiene, pero es algo que no se estudia en los colegios. El vino se ve por desgracia como una droga, como alcohol, y no debe ser así, hay que educar en su cultura y todo lo que significa.

–¿Cómo fueron sus primeros contactos?

–Pues trabajaba en el restaurante Vicente Crespo de Gijón, donde tenían una bodega pequeñita, muy humilde, y allí me gustaba quedarme ordenando, mirando lo que había... Y me di cuenta de que me gustaba mucho todo ese mundo y por ahí tiré.

–Y acabó en Aponiente, donde el listón estará muy alto, supongo, tanto en las exigencias de Ángel León para acompañar la carta como en los clientes que allí van.

–No, no. Eso no debe verse así. Esto muy exigente en todos lados. No es difícil, sino más bien cuestión de saber adaptarse, conocer el perfil del cliente, saber recomendarle y ser humilde. Hacerle ver que a nosotros también nos cuesta entender por qué un vino tiene más valor que otro.

–Ha comentado que tuvo un jefe que le enseñó a fijarse en los zapatos, la ropa, los gestos de una persona, cómo habla, para llegar a determinar qué vino le gusta.–

Sí, ahí está la cuestión. He tenido la suerte de trabajar siempre junto a grandes expertos y maestros. Fue Juan Ruiz, con un bagaje grande, quien me enseñó a entender el lenguaje no verbal.

–Escuche, y si yo llego a Aponiente con zapatillas de deporte, ¿qué vino me recomienda?

Pues habrá que ver por dónde van los tiros. Me fijaré en eso y también cómo pide el vino y cómo reacciona. Hay mucha gente que aquí pide un blanco, cuando realmente lo que le gustan son los tintos. Pero como está en Aponiente, un restaurante de pescado, pues se siente obligado a lo primero. A mí me gusta detectar eso y evitar que pidan lo que no quieren o no les gusta.

–Entonces, es de los que reniega de eso que se dice siempre de que para el pescado, el blanco, y para la carne, el tinto.–

-Pues sí, no debe ser así. Nunca. Hay que abrirse, probar y darnos cuenta que todo puede servir.

–¿A quién recomendaría un vino de Cangas, de su tierra?

–Pues a los que les gustan los blancos con acidez, con carácter. Porque esa es la particularidad de los vinos de Cangas. Y sus tintos son para saborear el suelo, muy minerales, con toda esa pizarra asturiana marcada y que se nota mucho en la boca.

–¿Cómo ve desde fuera la evolución de la denominación de origen asturiana?

–Creo que queda mucho por andar, pero también que van por buen camino. Deben perfilar muchos aspectos, en publicitarse y acercarse a la gente. Y también pensar en los precios: quizás si el vino de Asturias no es muy conocido, deba ser más accesible para llegar a más gente.

–¿Es caro quizás?

–No caro, pero sí tiene un precio más elevado que los demás del mismo nivel en el que se mueve.

–¿Ha incluido vino cangués en Aponiente?

–Sí, sí, claro. Hay vino de Cangas tinto y blanco, y también sidra de mesa, sidra de hielo. Somos cuatro en el equipo y por suerte cada persona propone siempre un vino. Todos lo probamos y si gusta a todos, acaba en la carta. Esta cambia si no al día, cada tres, o cada semana. Ahí está el trabajo oculto de los sumilleres, ese que no se ve, que consiste en investigar y buscar vinos de pequeña producción, pequeñas bodegas, que si un cliente los busca en el Google no los encuentra a la primera porque son distintos, especiales.

–Google aparte, ¿es posible encontrar buen vino en el supermercado?

–Pues sí. Es difícil, porque estamos absorbidos por el marketing y las formas de venta, pero hay buen vino en el súper.

–Su denominación preferida en España...

–El Bierzo me encanta. Tanto el tinto como el blanco que se hace en toda la región

–Llega la vendimia, ¿qué espera? En algunos sitios el clima no lo ha puesto fácil para la cosecha.

–Aquí ya ha sido y es buena. Pero soy de los que creo que más allá de una buena o mala cosecha, influye cómo se trata la uva, cómo se prensa. La clave de un buen vino está en la elaboración.

–¿Con ganas de ser jurado en Cangas del Narcea?

–Muchas, pues me voy a reencontrar con amigos de profesión y del sector. Estoy expectante porque será en mi tierra y además será mi primer jurado.

El mejor vino atlántico se elige en Cangas del Narcea

El concurso de vinos atlánticos de Cangas del Narcea, Atlantic, reunirá a más cien marcas y tendrá su sede desde este sábado 11 de septiembre en el Parador de Corias. El fin de semana estará abierto al público, que podrá disfrutar de catas y visitas a algunas bodegas en Ibias y el concejo cangués. El lunes 13 y el martes 14 será el concurso propiamente dicho, en el que 16 sumilleres y expertos deberán elegir el mejor vino atlántico del certamen, así como el mejor espumoso.

Para visitar las bodegas y participar en las catas, hay que apuntarse previamente. El martes será el día en que se desvelen los ganadores del concurso.

Compartir el artículo

stats