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Entre “Dinastía” y Lady Macbeth

“La casa Gucci”.

Después de adentrarse en las interioridades de la familia Getty en Todo el dinero del mundo, Ridley Scott profundiza ahora en las complejidades de otro clan famoso, el de los Gucci.

Aunque la película empieza instantes antes de que Maurizio Gucci fuera asesinado, el 27 de marzo de 1995, La casa Gucci no se centra en este episodio escabroso, sino que construye toda la relación entre Maurizio y Patrizia desde 1978.

Como hizo en la película en torno al secuestro de Jean-Paul Getty III, Scott (Alien, Blade runner) utiliza a los Gucci para su particular disquisición en torno al poder institucionalizado y la ambición desmedida.

En la historia de Maurizio y Patrizia, en la de Rodolfo y Aldo, padre y tío de Maurizio y creadores del macroimperio Guzzi, flotan los ecos de las luchas intestinas de la familia Borgia y de las tragedias shakesperianas.

Durante buena parte del relato, Patrizia es otra de las muchas Lady Macbeth del audiovisual contemporáneo; sumen la Laura Linney de Mystic river, la Robin Wright de House of cards y tantas otras derivaciones de este personaje universal que mueve los hilos, manipula a su esposo y alcanza la riqueza o el poder.

Fallos de guión

De puesta en escena sobria y aires temáticos de monumental culebrón a lo Dinastia o Dallas, a la película le fallan algunos aspectos de guion, ya que tanto Patrizia como Maurizio varían de forma de pensar y actuar sin que se nos expliquen o maticen esos drásticos cambios.

Pero Adam Driver y Lady Gaga por un lado, un excelso Jeremy Irons y un Al Pacino en su salsa por el otro, y un irreconocible Jared Leto por el medio, lustran bien la propuesta.

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