Máxima tensión

Nell Tiger Free.

Nell Tiger Free.

Juan Manuel Freire

No, no es demasiado tarde para ponerse al día con "Servant" y llegar a tiempo a la emisión, dentro de unos pocos meses, de su final definitivo. Al fin y al cabo, uno de los mayores aciertos de M. Night Shyamalan como "showrunner" ha sido apostar por los episodios de solo media hora. Casi todo es fibra narrativa en este "thriller" psicológico desdoblado en extraña "sitcom": una odisea de sectas, maternidad y autoengaño que, de ahí en parte el aroma de telecomedia, se desarrolla prácticamente en un solo espacio, sin que eso sea un fastidio sino uno de los encantos.

Hablamos de la idílica casa adosada del matrimonio Turner. La reportera televisiva Dorothy (Lauren Ambrose) y el chef experimental Sean (Toby Kebbell) quisieron superar una pérdida irreparable haciéndose con un bebé "reborn" que se convirtió, quizá por mediación de la misteriosa niñera Leanne (Nell Tiger Free), en bebé en toda regla. Han seguido giros argumentales de toda clase y calado, a menudo apasionantes, a veces en exceso ilógicos. Las justificaciones para seguir manteniendo una convivencia imposible pueden ser cada vez más frágiles, pero es fácil perdonar los juegos con la lógica en una serie cada vez más rendida al surrealismo.

Al principio de esta cuarta y última temporada, han pasado tres meses desde que Dorothy sufriera cierta caída fatal. ¿Torpeza o pequeño empujón telequinético de Leanne, cuyos poderes no han dejado de crecer episodio a episodio? Quizá nunca se sepa. Leanne prepara una fiesta de bienvenida para una Dorothy que, según su hermano Julian (Rupert Grint), amante de la canguro, para más señas, preferiría seguir en el hospital.

Pero antes del regreso de Dorothy al hogar, malsano hogar, habremos podido disfrutar de un episodio en forma de prólogo que ya cuenta entre los mejores de la serie. Sola ante el peligro de la Iglesia de los Santos Menores, de la que huyó tiempo atrás, Leanne ha de jugar con fuerzas invisibles para sobrevivir a un juego claustrofóbico de gato y ratón que arranca como "Cujo" y acaba un poco como "Los pájaros". Stephen King y Alfred Hitchcock: dos dioses para Shyamalan. El amor, por otro lado, es recíproco: King adora "Servant".

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