El turismo de lujo despega en la Asturias verde: el parque de Las Ubiñas acoge los apartamentos rurales más caros de España

"La región lo reúne todo y es una zona geográfica de las más resilientes al cambio climático", sostiene Carlos Díaz, impulsor en Quirós de uno apartamentos rurales en un palacio del siglo XVI

Cristina Espina, gerente; Carlos Díaz, propietario; y Sofía Tejerina, diseñadora, junto a la piscina infinita en el palacio Miranda-Quirós, donde se ubica el Solo Hotel, en Llanuces (Quirós).

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Juan Plaza

Mariola Riera

Mariola Riera

El turismo de lujo, ese que se asocia en España a lugares como Marbella o Baleares, o en el resto de Europa a exclusivos enclaves mediterráneos (Capri, Portofino, Amalfi, Saint-Tropez…) ha empezado de un tiempo a esta parte a cambiar sus gustos y preferencias. Entre otras cuestiones sociales o culturales, el cambio climático aprieta.

Aquellos que no miran el dinero para viajar (porque pueden), tienen entre sus prioridades dar con un destino de calidad que aúne paisaje y naturaleza de excepción, además de tranquilidad asegurada. Pero al mismo tiempo quieren disponer de todo tipo de servicios y comodidades, buena comida, lugares con historia y patrimonio, y capacidad para ofrecer experiencias más allá de la simple estancia.

Y ese turista tiene acomodo en Asturias. No es una opinión, sino un hecho. En el Principado acaba de abrir sus puertas un establecimiento enfocado precisamente a ese tipo de cliente, de perfil internacional, con origen en Reino Unido, en el norte de Europa o Francia. Por supuesto, con alto poder adquisitivo y, por tanto, "muy exigente, que busca privacidad y disfrutar de la naturaleza. Es además sensible al arte, a la historia…". Así lo describe Carlos Díaz Pérez, un empresario madrileño que trabaja en el campo de la sostenibilidad medioambiental.

Ahora está al frente del proyecto que ha impulsado el Solo Hotel, un alojamiento de turismo rural de lujo en Llanuces (Quirós). Son, y así se reivindican, los apartamentos rurales (12 en total) más caros de España: una noche en temporada alta en la categoría Unique (la más exclusiva, seguida de Loft y Cosy) supera los 1.000 euros.

"No somos de los más caros, somos el más caro España. Queremos serlo. Porque nuestro objetivo es que aquel que viene sepa que está en el mejor lugar y que éste lo vale, que se olvide de lo que ha pagado porque merece la pena", zanja rotundo Carlos Díaz mientras recorre con LA NUEVA ESPAÑA el conjunto palaciego de los Miranda-Quirós donde se ubica el complejo, del siglo XVI, pero ya levantado sobre restos de una vetusta construcción del XV.

Tiene esta visita guiada un doble objetivo, enseñar el hotel, por supuesto, pero también demostrar que Asturias tiene mimbres para el sector del turismo de lujo y para cubrir la demanda de ese viajero dispuesto a gastarse miles de euros por dormir en lo que hace cinco siglos eran una humilde cuadra o pajar, las cocinas y almacenes o el paso de carruajes de un palacio rural de la época. O también por relajarse y leer en unas cómodas tumbonas de esparto junto a la mayor piscina infinita climatizada al aire libre del norte de España, con cotizadas "vistas ininterrumpidas" a las Ubiñas y Peña Rueda, todo asentado sobre un terreno en el que hasta el siglo XX había un hórreo asturiano.

Esto se encuentra en el pequeño Llanuces, al pie de la carretera que une Pola de Lena con Bárzana a través del puerto de La Cobertoria y donde viven apenas un puñado de vecinos. "Es esta zona de la región una de las menos conocidas", opina el empresario. "Estamos en un parque natural. Aquí se abre la ventana y se encuentra un paisaje con vistas impresionantes... El palacio, que es bien de interés cultural, cada parte de este complejo tiene mucha historia. No es fácil encontrar un destino como Asturias que reúna todo lo citado. La región es, además, una zona geográfica de las más resilientes al cambio climático, tiene mucho futuro. El lujo ya no busca el Sur ni el Mediterráneo".

El grupo Ecoboutique Hotels al que pertenece el Solo Hotel de Llanuces (tienen otro inmueble similar en Salas, ahora cerrado) estuvo más de dos años buscando un lugar que reuniera todas las características citadas. "Miramos mucho por el norte de España, en Noruega también y dimos con esto", describe Díaz de una propiedad que a principios de los 90 acogió uno de los primeros hoteles rurales de España –tras la estela de La Rectoral de Taramundi– hasta cerrar hace unos cuantos años. Tomada la decisión de comprarlo, llegaron dos largos años de papeleo y trámites, más tres de obras, en las que implicaron a trabajadores y empresas de la comarca, porque otro de sus objetivos es volcarse con el territorio.

La gerente, la allerana Cristina Espina, pone de ejemplo el servicio de restauración, para el que cuentan con La Senderuela, una veterana casa de comidas de Proaza a cargo de la cocinera Estela Mencía, volcada con el producto de cercanía y especializada en setas, que ha diseñado un menú especial para el Solo Hotel. "Cuando se visita un lugar se quiere conocer lo que allí hay, por eso buscamos servir productos locales y contar con los profesionales de aquí, los que mejor pueden mostrar al cliente las particularidades gastronómicas del territorio", reseña Espina. El bar y restaurante (exclusivos para clientes) del Solo Hotel se ubica en una antigua cuadrada, bajo Casa Sebio (ahora apartamento), uno de los distintos edificios del conjunto palaciego, ampliado a lo largo de los siglos. "Un lugar con tanta historia impone a la hora de acometer la intervención", advierte la decoradora Sofía Tejerina, pareja de Carlos Díaz y a cargo de la reforma y diseño del hotel.

El antiguo palacio de los Miranda-Quirós ha entrado en el siglo XXI completamente modernizado y reformado, sin renunciar a ninguna comodidad, pero lo más fiel a su aspecto original y conservando siempre que ha sido posible sus materiales originales. Todo gracias a haber aplicado el concepto estético japonés wabi-sabi, del que es seguidora Tejerina. "Es una tradición que ensalza la belleza del paso del tiempo. Mi intención es potenciar la historia y materiales nobles de todos los espacios", describe la diseñadora leonesa.

Intervención

No ha sido sencilla la intervención en un edificio que sufrió los envites de la historia (a principios del siglo XIX, durante la invasión, las tropas francesas usaron la madera para hogueras) y también de reformas que, al contrario que el wabi-sabi, trataron de borrar la huella del pasado. "Hemos recuperado maderas de hace 300 años que en los años 60 fueron barnizadas. Apostamos por devolver el encalado original, perdido cuando se puso de moda la piedra vista", ejemplifica la exigente decoradora, que utiliza la técnica kintsugi, también japonesa, que usa hilo de oro para arreglar daños en superficies u objetos sin ocultar sus fracturas o golpes.

En los interiores manda la sencillez, pero también la comodidad y, por supuesto, los toques "propios de los hoteles de lujo", reseña Carlos Díaz, en los que se han inspirado para el Solo Hotel: retranqueo de camas, bañeras exentas, redes y cables invisibles… Un lujo y comodidades (hay spa, sauna, sala de reuniones y de eventos) que no deben estar reñidos con "el respeto a la historia", recalcan.

Este complejo turístico no tiene afán de lucro, sino que aspira a cubrir gastos de personal y mantenimiento y reinvertir las ganancias en el territorio. El primer proyecto: costear la limpieza los montes del entorno, "llenos de maleza que es combustible para los peligrosos incendios", apunta el empresario, conocedor de la problemática en Asturias. "Económicamente es complicado un retorno de la inversión que hemos hecho aquí. Sin concretar, es evidente que ha sido multimillonaria. Hemos utilizado por supuesto fondos propios. Nuestro objetivo es invertir en las zonas donde creemos que se puede aplicar nuestra filosofía de cuidado y respeto al medio. En Asturias es posible y el Solo Hotel es la prueba", sostiene convencido.

¿Qué más se necesita para consolidar la región como destino de ese turismo de lujo que empieza a llegar? "Que la gente, los asturianos, se lo crean".

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