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Deja de usar la tarjeta de crédito en el supermercado: los expertos se muestran de acuerdo y lo piden a los consumidores por un motivo lógico

El uso de tarjeta de crédito se ha vuelto cada vez más extendido

Deja de usar la tarjeta de crédito en el supermercado: los expertos se muestran de acuerdo y lo piden a los consumidores por un motivo lógico

Deja de usar la tarjeta de crédito en el supermercado: los expertos se muestran de acuerdo y lo piden a los consumidores por un motivo lógico

En la caja del supermercado, basta con un simple pitido para pagar las compras. La tarjeta de crédito sigue siendo práctica, rápida y evita tener que sacar dinero en efectivo. Esta comodidad ha conquistado a la mayoría de los consumidores, que ahora la utilizan tanto para pagar una barra de pan como para una compra completa.

La facilidad de uso de una tarjeta de crédito oculta una realidad económica mucho más compleja. Este método de pago suele provocar un aumento de los gastos. Varios estudios demuestran que los consumidores gastan más cuando utilizan su tarjeta de crédito en lugar de dinero en efectivo. La razón principal es la ausencia del "dolor de paga"». Se trata de una sensación que acompaña al hecho de manipular dinero en efectivo.

De hecho, los pagos con tarjeta de crédito casi siempre llevan a gastar más, el simple hecho de no ver cómo se va el dinero reduce la conciencia del gasto. Por el contrario, el pago en efectivo implica un esfuerzo concreto. "La facilidad de pago y la percepción de que cualquier pago es asumible está reduciendo la asignación de valor a lo que se compra y todo parece asequible, sea cual sea el nivel de renta de que se disponga, alerta el análisis del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada".

El dinero líquido, por el contrario, crea una barrera natural que fomenta la moderación. Cada billete gastado recuerda el límite del presupuesto disponible. Este fenómeno también se explica desde el punto de vista neurológico. Pagar con tarjeta de crédito elimina esta reacción. El pago se vuelve abstracto, casi indoloro, y el acto de comprar se automatiza. Al retrasar el pago real varios días, o incluso varias semanas, se mantiene la ilusión de un mayor margen financiero. Este desfase favorece el sobreendeudamiento y reduce la capacidad de seguir rigurosamente el presupuesto.

"No llevar dinero en el bolsillo, pero poder adquirir lo que sea con una simple tarjeta de crédito o el omnipresente teléfono móvil, y abordar el pago de esa deuda mediante fórmulas de aplazamiento, puede conllevar desventajas. Vivir parte del mes con los ingresos reales del salario y otra parte vivir a crédito puede solucionar situaciones de necesidad cotidiana; pero la proliferación de este modelo de gasto no hace sino incrementar los peligros asociados y que no siempre se perciben", explican.

El otro riesgo proviene de la relación entre la tarjeta de crédito y los programas de fidelización. En muchos supermercados, el pago va acompañado del uso de la tarjeta de fidelización. Estos datos permiten a las marcas analizar los hábitos de compra y orientar sus promociones. El consumidor se vuelve entonces más vulnerable a la publicidad personalizada y a los incentivos para consumir más. El dinero en efectivo también favorece el control del presupuesto y limita las compras impulsivas. Dejar de usar la tarjeta de crédito para estos gastos sencillos también permite recuperar una relación más consciente con el dinero.

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