Los marcos de las ventanas, pero también los muebles, los aparatos de aire acondicionado, los radiadores o las almohadas y los colchones, tienden a amarillear con el tiempo y debido a la luz solar directa.

Especialmente si son blancas, las ventanas y puertas tienden a tomar un color amarillento, lo que es muy irritante. Si pensamos en la razón por la que los elegimos en primer lugar, es decir, por su color blanco, nos duele el corazón al ver que se vuelven amarillos.

Pero no desesperes. Existe una solución para la limpieza de ventanas y puertas, y además es muy barata. 

Los marcos de las ventanas pueden ser de diferentes materiales: madera, aluminio o PVC. Por lo tanto, es importante saber el material en el que están fabricados para elegir un procedimiento de limpieza u otro.

Ventanas y puertas de madera

Las ventanas y puertas de madera se manchan fácilmente, lo que las convierte en uno de los materiales más delicados. Por eso deben lavarse con cuidado y suavidad. La mejor manera de hacerlo es crear una mezcla de 1 cucharada de bicarbonato de sodio y 1 cucharada de jabón de Marsella líquido. Mezclar los dos ingredientes y añadir un poco de agua hasta que la mezcla sea espesa y espumosa. A continuación, vierte una parte del detergente en un cubo de agua caliente y pon el resto en la esponja que luego utilizarás para limpiar las partes amarillentas. Dejar actuar unos minutos, pasar al lavado normal y aclarar.

Marcos de aluminio

Son muy duraderos pero también tienden a amarillear con el tiempo. Se pueden limpiar con vinagre blanco o limón. El vinagre blanco es excelente para los materiales de metal y aluminio, y puede limpiarlos a fondo y hacerlos más brillantes. El vinagre puede utilizarse introduciéndolo en un recipiente con agua caliente o humedeciendo una esponja en agua caliente y vertiendo vinagre directamente sobre ella, que luego se utilizará para limpiar a fondo. Con el limón puedes crear también una mezcla combinándolo con agua caliente.

Marcos de ventanas de PVC

Con estos marcos sólo es necesario utilizar bicarbonato de sodio. Haz una pasta con 2 cucharadas de bicarbonato de sodio y agua hasta que la mezcla tenga la consistencia de un gel. Utiliza esta mezcla directamente sobre la esponja y lava las zonas amarillentas. También puedes poner las 2 cucharadas de bicarbonato en un cubo de agua caliente.