Las temperaturas cada vez más suaves nos incitan, lógicamente, a cambiar de ropa. Por eso elegimos prendas más ligeras, quizá en el color de moda del momento. Y también cambiamos el calzado, que ya no son botas cerradas, sino zapatos de salón o sandalias. Sin embargo, cuando hace calor, nuestra tendencia a sudar también aumenta. La sudoración profusa puede afectar especialmente a zonas de nuestro cuerpo como las axilas y las plantas de los pies. Estos últimos, al sudar, pueden causarnos problemas con el calzado de primavera, que llevamos descalzo.

Debido a la sudoración de las suelas, las zapatillas de ballet se escurren de nuestros pies, las sandalias se resbalan al caminar y las chanclas se desprenden. A veces incluso los perdemos en la calle. Por supuesto, no queremos renunciar a la frescura y la elegancia de los zapatos de primavera. Y ni siquiera los de verano, que pronto nos pondremos. Se acabaron los pies sudorosos y los zapatos desbocados, porque un remedio muy sencillo de la abuela solucionará este problema. Y lo encontraremos en casa.

Un polvo realmente útil

Cuando hace calor, las plantas de nuestros pies, forzadas por el calzado, empiezan a sudar. Y esto es un problema cuando queremos llevar un calzado más cómodo. Ya sean abiertos, cerrados, con o sin tiras para atar, los zapatos que nos ponemos sin calcetines se nos escapan de los pies a los pocos pasos. Y esto se debe precisamente a la acción del sudor sobre la plantilla. Podemos encontrar una solución a esto gracias a un producto sencillo y de bajo coste. Es un polvo muy conocido que se utiliza para la higiene personal.

Podemos solucionar el problema de los zapatos ligeros que se escapan de nuestros pies gracias a los polvos de talco. Este polvo, que suele utilizarse con fines higiénicos, puede resultar en algunos casos un verdadero remedio intemporal de la abuela. De hecho, los polvos de talco tienen una gran capacidad para absorber la humedad, por lo que pueden ayudar a contrarrestar la sudoración en las plantas de los pies. Sólo hay que coger el típico bote de polvos de talco con un dispensador de agujeros y verter un poco de producto en el zapato. Tendrá que extender los polvos de talco con la mano por toda la plantilla. A continuación, se extiende un poco más de talco en la planta del pie y se coloca el zapato. Estos ya no se deslizarán. Si queremos llevar sandalias o zapatos abiertos, debemos tener cuidado de eliminar los restos de talco de la planta y del pie, para que no sean visibles.