El comunicado enviado a la prensa decía que la fecha de la boda iba a ser el próximo sábado, 13 de octubre, pero problemas con la Iglesia y desavenencias con la madre del novio -Carmen Cervera, opuesta al enlace- han llevado a Borja Thyssen y a su novia, Blanca Cuesta, a casarse en secreto en la iglesia del Santo Espíritu de la localidad barcelonesa de Tarrasa. De modo que, por si la presencia de las cámaras que les siguen a todas partes desbarataba la millonaria exclusiva, el nuevo matrimonio decidió celebrar su unión el pasado martes, a las 22.30 horas y en una ceremonia privada a la que sólo acudieron los padres y hermanos de la novia. La baronesa Thyssen no asistió y ni siquiera sabía que su hijo había decidido cambiar la fecha de la boda.

Tras la negativa del Obispado a que la pareja celebrara la boda en la capilla privada de la finca «El Esquileo» de Cabanillas (Segovia), los novios se decidieron por la iglesia del Santo Espíritu, en donde ya se les había visto en las últimas semanas, probablemente ultimando los detalles.

Los novios llegaron a la parroquia vestidos de calle, para salvaguardar la exclusiva que recibirán por el enlace, y se vistieron en el interior del templo. También lo hizo así la madre de la novia, que fue la que levantó las sospechas, al acudir el martes por la mañana a la peluquería y acercarse a la iglesia con un portatrajes en la mano.

Sin embargo, de nada les sirvió intentar aparentar normalidad, ya que a los pocos segundos cientos de cámaras se concentraron a las puertas de la iglesia para poder sacar una foto a los recién casados. Así que, según informaciones difundidas ayer por diferentes programas televisivos especializados en asuntos del corazón, Borja y Blanca no pudieron salir del templo hasta que la Policía logró formar un cordón para que se subieran a una furgoneta y regresaran a su casa.

Pese al adelanto del enlace, los invitados no tendrán que devolver el vestido de la boda, ya que los festejos durarán todo el fin de semana. Mañana, lo que iba a ser una cena de despedida de solteros se convertirá en una celebración con amigos cercanos, y el sábado, fecha prevista para el enlace, se mantiene el convite, aunque con un centenar de invitados menos, los que se esperaba que fueran si Tita finalmente decidía acudir.