M. J. I.

La actriz Jessica Lange (Cloquet, Minessota, 1949), un icono de Hollywood, ganadora de dos «Oscar», ha emprendido un simbólico camino de regreso a Asturias. Lange, que se enamoró de la fotografía a la vez que lo hizo del que fue su marido, el asturiano Paco Grande, publica un libro con 50 imágenes, un regreso a las raíces que, como ella misma ha dicho, «es mucho más que un hobby».

Jessica Lange era una joven belleza rubia de 18 años cuando llegó, en 1968, a la Universidad de Minessota para estudiar Arte. Allí conoció a Paco Grande, hijo del colungués Francisco Grande Covián. Paco era su tutor. Pronto se convirtió en su novio.

Con él viajó a Europa, sin decírselo a sus padres. Llegó al agitado París del Mayo del 68. Lange también disfrutó de Asturias, de las playas de Colunga y de Llanes -le encantaba bañarse en Toró- y de unos paisajes que encontraba irresistibles para captar con la cámara.

Con Paco Grande conoció el lado bohemio de la vida. Sus amigos eran artistas y, sobre todo, fotógrafos como Robert Frank y Danny Lyon. La pareja se casó en 1970. El matrimonio se rompió en 1975. Fueron cinco años intensos que Jessica quiere revivir ahora de nuevo, de la mano de su cámara.

Aunque ella diga que nunca que se tomó aquel matrimonio en serio -tenía 20 años cuando se casó-lo cierto es que Paco Grande, ya fallecido, le abrió nuevos horizontes. Lange considera que en el cine ya ha hecho todo lo que tenía que hacer. Por eso ha decidido desandar camino, coger la Leica que le regaló su pareja, el dramaturgo Sam Shepard, y retratar lo que ven sus ojos.

Ella , que ha sido fotografiada miles del veces, se pasa al otro lado. La novia de King Kong ha redescubierto el poder del objetivo que un día encontró en Asturias.