El montador sevillano Fernando Franco se cuela en el último día de competición del Festival de Cine de San Sebastián con su primer largometraje, «La herida», un retrato descarnado sobre una mujer con trastorno límite de la personalidad («borderline») que le produce una enorme infelicidad.

«Para mí es una película de retrato de un personaje, no quiero que sea sobre el tema del trastorno límite de la personalidad, sino de alguien que lo padece», explica. Aunque el proyecto comenzó como idea para un documental, donde recopiló una gran cantidad de datos que están en la cinta, el resultado es un recorrido por sólo un trozo de la vida de una enferma que no sabe que lo es. «Y al no saberlo ella, tampoco el trastorno se verbaliza, no se nombra siquiera», y, por eso, señala, «hay problemas que son la misma nebulosa» para ella que para espectador.

«Siempre me interesó el plano secuencia y el tiempo real, aunque sea montador; por un lado, se me hace más fácil para trabajar con los actores, todo tiene una elasticidad que me gusta más, y por otro, porque me preocupa contar la secuencia de la mejor manera posible», dice.

Como montador, Franco trabajó con directores importantes de los que se ha reído, dice, cuando veía «sus manías, sus miedos, sus inseguridades», pero puesto en su pellejo se dio cuenta de que «no tiene tanta gracia y de que repites un patrón».