Paco CERDÁ

Se llama oficialmente Feria de Reproducción Asistida Invitra, y es la primera feria centrada en la infertilidad que se organiza en España. Se celebra en Valencia. Hay aroma de feria, eso es cierto. Nada más llegar, el folleto que recibe el visitante sirve tanto para un descuento en la entrada como para participar en el sorteo de tres tratamientos de fecundación in vitro o de inseminación artificial.

Al acceder a la feria uno siente el aliento vendedor desde el mismo decorado: la moqueta es rosa angelical y todo está repleto de carteles que alternan los bebés sonrosados, las madres sonrientes, las cigüeñas en vuelo y los vientres hinchados por el ansiado embarazo.

Los feriantes aguardan detrás de los 25 expositores. Unos venden tratamientos de reproducción asistida en competencia de precios y de trato a cuál más personalizado. Otros, los más llamativos, ofrecen vientres de alquiler en países como Estados Unidos, Rusia, Tailandia y la India, una práctica ilegal en España pero que puede realizarse en el extranjero.

Los eslóganes son directos y sugerentes: "¡Lleve a su hijo a casa en 12 meses! Subrogación y donación de gametos en Rusia"; "¡Es la hora de realizar su sueño! Su propio bebé le espera en Rusia". "VAE, primer despacho de abogados en España especializados en subrogación materna en el extranjero". Como buenos feriantes, unos compiten contra otros y hasta le sacan defectos al vecino.

El ejemplo californiano

Sara Altamirano, de la agencia especializada VAE, trabaja con la clínica californiana CACRM para proporcionar vientres de alquiler. Según su propia descripción, las condiciones son simples: uno paga 120.000 dólares (unos 87.000 euros) y después de un plazo entre 13 y 15 meses puede viajar a California para recoger a su bebé.

"El 90% de nuestros clientes son parejas heterosexuales. Los dos miembros aportan su material genético, porque, en la mayoría de los casos, las mujeres pueden ovular, pero su útero no está bien para gestar un feto. Así, pues, es su hijo biológico, pero gestado por otra persona", explica Sara.

La gestante y los futuros padres firman un contrato privado que va notariado al consulado. A las veinte semanas de gestación, ese contrato se lleva a un Juzgado californiano para que un juez emita una sentencia de filiación favorable a los padres españoles. Con esa sentencia en la mano, los padres pueden inscribir al niño como hijo suyo en el Registro Civil español. "Estados Unidos", señala Sara, "es el único país que ofrece todas las garantías. Hay gente que realiza el procedimiento en otros países y luego encuentra complicaciones legales para inscribirlo como hijo suyo si no tienen una sentencia judicial". Su empresa, afirma, ha traído así a 40 niños de California en cuatro años.

El ruso Vadim Bakhtov, de la empresa Sweetchild, rechaza esas supuestas complicaciones en Rusia. "Es una práctica cien por cien legal: la madre viaja a Rusia y le dan el certificado de nacimiento del niño, que será validado en el consulado para que le den pasaporte español". Ya han traído a más de 30 niños rusos en una década. Su tarifa actual es de 55.000 euros. Y es curioso el desglose del precio, que incluye desde el coste de la ropa de maternidad por 2.500 euros hasta los 600 euros de manutención para la madre de alquiler o el ingreso neto de 20.000 euros que se lleva la gestante. Pero estamos en la feria. Y Sweetchild saca una oferta especial para la feria Invitra: 39.000 euros en caso del 100% de prepago en los cinco días después de la firma del contrato. El coste de los dos viajes a Rusia va aparte.

Cambiar la ley

Aun así, no todo es mercadeo. También está Marta López, de la Asociación Gestación Subrogada en España, que lucha por un cambio en la ley. Su ejemplo es el mejor. Hace unos años, estando embarazada, sufrió un grave problema: perdió a la niña que llevaba y se quedó sin útero. "La ley actual me relega a no ser madre de mi propio hijo, porque no tengo 100.000 euros para ir a otro país y pagar un proceso de subrogación materna", cuenta.

Un paseo por la feria también permite contemplar la pugna por cazar al cliente de una terapia de reproducción asistida. Uno de los reclamos fuertes es la clínica Eva, que -como se dice en la jerga comercial- ha venido dispuesta a reventar precios. Su presidente, Manuel Fernández, lo matiza: "No queremos ser vistos como una clínica "low cost", porque no lo somos; pero en esta coyuntura, la sanidad pública no para de recortar y excluir perfiles para estos tratamientos, y el sector privado fija precios difíciles de asumir. Así, hemos visto la oportunidad de negocio con márgenes no tan grandes y posibilidad de financiación".

Hablando en plata: 3.700 euros por una fecundación in vitro, menos de 1.000 euros por una inseminación artificial, y créditos a devolver hasta en seis años. "Es entre un 30% y un 50% menos que la media", alega. En la feria también se ven empresas dedicadas a la preservación de cordón umbilical y un negocio especializado en fotografía prenatal 4D.