"Ayer se sintió en esta ciudad un ruido extraño que, al parecer, obedeció a la caída de un aerolito. En algunos pueblos como Boñar y Cistierna, se registró un ligero temblor de tierra, y en la estación de la última localidad se agrietaron las paredes". Con estas palabras relataba un diario nacional, en su edición del 10 de julio de 1931, cómo una enorme bola de fuego había sobrevolado ruidosamente la provincia de León un día antes, dejando tras de sí una serie de estallidos que se escucharon en la capital y en los municipios cercanos, tal y como relatan los periódicos de la época.

Ese día, Rosa González, una niña de once años que estaba en el pueblo haciendo un recado para su madre fue testigo de cómo esos estallidos dejaban paso a una estela de polvo de la que surgió una pequeña roca humeante y que aún estaba caliente. La niña guardó su tesoro en una cajita durante más de 80 años, conservando así, en perfectas condiciones, el meteorito más pequeño jamás caído en España: una joya de tan sólo 5,5 gramos de masa que acaba de ser reconocido por la Meteoritical Society.

Con los años, Rosa González se decidió a compartir con su familia el secreto que tan celosamente había ocultado en una cajita durante toda una vida y fue "uno de sus sobrinos, aficionado a documentales de ciencia, quien se dio cuenta de la importancia que podía tener esa pequeña piedra y me lo entregó", explica el astrofísico de la Universidad de Valencia, Josep M. Trigo-Rodríguez.

Este gesto de enorme generosidad de la familia González hizo posible que Trigo y su equipo, grupo de Meteoritos de Instituto de Ciencias del Espacio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración con Jordi Llorca, de la Universidad Politécnica de Cataluña, caracterizaran -analizar la composición de materiales del meteorito- y catalogaran este ejemplar bautizado con el nombre del pueblo en el que cayó: Ardón.

Los análisis químicos y mineralógicos realizados al meteorito concluyeron que la pequeña roca negruzca que Rosa había conservado durante tantos años era un meteorito primitivo: una condrita ordinaria procedente de un asteroide desconocido. Desde ahora, una pequeña porción de "Ardón" -la que sirvió a los científicos para estudiar el origen y composición de la piedra- se expone en el Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, en Madrid, mientras Rosa y su familia piensan qué hacer con el resto del meteorito.

Porque "Ardón" es propiedad de Rosa, la persona que lo encontró, ya que la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad de 2007 sólo dice que los meteoritos y los fósiles forman parte del patrimonio geológico de España, pero no obliga a cederlos al Estado.

"Los meteoritos son un legado para todos y hay que preservarlos pero , por desgracia, este asunto está mal regulado en casi todo el mundo, lo que hace que un meteorito acabe vendido y cortado en pequeñas láminas en e-bay", lamenta el astrofísico valenciano.

De hecho, las estadísticas dicen que tiene que haber muchos más casos como los de Rosa González porque, según los datos de los científicos, cada año cae en España un meteorito con una masa superior al kilo, pero entre 2004, año en que cayó un meteorito en Villalbeto de la Peña, y 1947, cuando se recuperó otro en Reliegos, hay un período de 56 años en los que no consta la caída de ninguna roca estelar.

"Ardón" es una condrita ordinaria, el 73 por ciento de los meteoritos lo son, y procede de un asteroide desconocido que nació en el Sistema Solar hace 4.565 millones de años, mucho antes de que se formara la propia Tierra, y que "nunca llegó a calentarse lo suficiente como para convertirse en un planeta", según Trigo. Con el paso del tiempo, la roca se enfrió y acabó girando en un cinturón de asteroides y colisionando con otras rocas y escombros durante cuarenta millones de años hasta que por algún motivo salió de esa órbita y cayó sobre la Tierra: sobre el pueblo de Rosa.