La aspirante a la Alcaldía de la capital asturiana por Somos Oviedo, Ana Taboada, tiene con la candidata de Ahora Madrid, Manuela Carmena, algo más en común que la evidente conexión ideológica. En la vida de ambas ha jugado un papel decisivo un personaje insospechado, Jesús Aguirre, jesuita y duque de Alba tras colgar los hábitos y contraer matrimonio con Cayetana Fitz-James Stuart en 1978.
En los años sesenta, Aguirre era el capellán de la Universidad Complutense y muchas parejas recurrieron a él para casarse. Lo hicieron los padres de Ana Taboada, que estudiaban Medicina, y también Manuela Carmena, en la Facultad de Derecho, y Eduardo Leira, que se formaba en la de Arquitectura.
Leira relataba ayer en el periódico "El Mundo" que ante su insistencia en casarse por lo civil, familiares y amigos les aconsejaron entrevistarse con el cura de la Complutense. Se encontraron con Jesús Aguirre, que les recibió con una blusa de lunares atada a la cintura y que les explicó que "intentar casarse en la España de aquel momento por lo civil era un disparate", porque para hacerlo tenían que apostatar. Así que Aguirre les aconsejó que contemplaran la boda religiosa "como un mero trámite". Leira cuenta que Carmena y él aceptaron que Aguirre oficiara su boda con la condición de que "en vez de casarnos en nombre de Dios lo hiciese en nombre de los hombres". Y así se hizo.
Por aquellos años también andaban por Madrid los padres de la abogada Ana Taboada, dos jóvenes de ideas progresistas. Francisco Taboada, que había nacido en Santiago de Compostela, y Amparo Coma, llegada de León. Estudiaban Medicina y acabaron enamorándose. Cuando decidieron casarse lo hicieron también en la iglesia de la Complutense y fue su cura, Jesús Aguirre, quien bendijo su unión.
La pareja tuvo tres hijos -Patricia, Ana y Jaime- y se estableció en Asturias, donde emprendió una brillante carrera profesional. Ella llegó a ser jefa del servicio de Hematología del Hospital Central y él estuvo al frente de su uci hasta su jubilación en 2010. La enfermedad truncó la vida y la trayectoria profesional de Amparo Coma, muy apreciada entre sus compañeros y pacientes. En 1994, con sólo 50 años, su fallecimiento rompió el nudo nupcial que Aguirre había bendecido.
