El folclore bretón cayó en la inventiva de uno de los modistos más franceses, Jean Paul Gaultier, en la penúltima jornada de la Semana de la Alta Costura de París. Si los trajes regionales parecen a priori la antítesis de la innovadora pasarela, Gaultier ha querido reivindicar esta vestimenta para actualizarla y combinarla con la modernidad y el "chic" parisino.

"Mi objetivo no era hacer una copia, sino hacerlo a mi manera", detalló a un grupo de periodistas después de un espectáculo que cerró con las gaitas de una banda bretona. Con esta premisa, Gaultier creó su colección de otoño-invierno a partir del terciopelo negro, los bordados geométricos y el amarillo cercano al mostaza. Al pensar en Bretaña, recordó las dulces crepes y ello dio como resultado unas faldas compuestas por la unión de dos circunferencias que alcanzaron su máxima expresión en una prenda en origami. Las rayas marineras aterrizaron sobre protagonistas medias "ochenteras" en una colección de abrigos y gorros para el agua.