Es el último Pleno en el Parlamento griego de julio. Todos los focos y miradas recaen sobre Yanis Varoufakis, el exministro de Economía, pero no porque desde el atril el presidente del país, Alexis Tsipras, está desvelando que el antiguo responsable de las cuentas del país había urdido un plan por si los helenos tenían que poner pies en polvorosa y salir del euro. Lo que llama la atención es su atuendo. Y más concretamente, su camisa. Mayoritariamente de color rosa y llena de rombos y demás figuras geométricas difíciles de descifrar, y que choca con la sobriedad con la que viste el resto de la sala. Algunos se han atrevido a definirla como de estilo rococó. El propio Tsipras se percata de la situación y, ni corto ni perezoso, suelta en pleno discurso: "A Varoufakis se le pueden echar en cara muchas cosas. Sus planes políticos, su mal gusto con las camisas, sus vacaciones en la isla de Egina, pero no que es un ladrón". Flaco favor.

Desde que accedió al Ministerio de Finanzas, y también cuando lo dejó, a Varoufakis, al que no se le conoce corbata alguna, siempre se le han cuestionado dos cosas: su agresividad a la hora de negociar con sus socios europeos, y su atuendo. Esto último porque se ha salido del habitual traje y corbata que inunda los parlamentos y las comparecencias políticas. En uno de los momentos más críticos del país, minutos después de que los griegos votaran que "no" en el referéndum convocado por el Gobierno de Syriza, el profesor de Economía heleno organizó una rueda de prensa para valorar los resultados. La dio con una camiseta de color marrón, un atuendo similar al que Bruce Willis llevaba en la "Jungla de cristal". Sin embargo, desde que dejó el cargo se ha soltado, y es habitual verlo con camisas más del estilo de "Ace Ventura". Con flores y llamativos estampados.

Pero una de las mayores polémicas con su forma de vestir la protagonizó lejos de Atenas. En Londres, para más señas. Allí, en pleno centro de la capital financiera europea, le esperaba el ministro de finanzas inglés, George Osborne, vestido al estilo de la City. O sea, con un traje azul a la medida. Sin una arruga. En cambio, Varoufakis encaró Downing Street con unos vaqueros negros ajustados, unas botas, una camisa de un azul eléctrico y una chupa encerada. La cara de Osborne era un poema.

El caso es que el griego logró meterse a la opinión pública inglesa en el bolsillo. Al día siguiente de la reunión, para la prensa anglosajona lo de menos había sido el contenido del encuentro. Por contra, abundaban crónicas en las que se alababa la indumentaria del griego frente a la sobriedad de la clase política británica. En "The Guardian" escribieron: "Se presentó vestido como iría Putin a una cacería de osos". En los alrededores del Parlamento griego es habitual verlo con un "look" motero. Ataviado con una chupa de cuero, tejanos, botas y con el casco en la mano. Nunca de corbata.