Hace un año, en un concierto en Oviedo, Ismael Serrano (Madrid, 1974) bromeaba señalando que por fin sus canciones eran bailables. Sus últimos trabajos han incorporado sonidos de América Latina, con más rock de aire reivindicativo y canciones de tono romántico. El próximo domingo ofrecerá en el teatro Jovellanos un concierto a las 20:30 horas para presentar su último trabajo, "La llamada", que eleva ya a nueve los discos que ha publicado en España desde 1997.

-¿Qué se encuentra el público en su último trabajo?

-El nuevo disco tiene un cierto carácter de celebración, y el concierto también. Hay una puesta en escena que lo distingue de los anteriores. El cantautor muchas veces se instala en el lamento y la solemnidad, y el empeño de este disco era huir de esto. Quería componer desde la armonía y melodía, y que el ritmo fuese el punto de partida.

-¿Cómo ha llevado a su terreno la bachata?

-Lo he traído hacia el Mediterráneo, con ese sonido entre mandolinas y guitarra española. Reivindico que la bachata, como otros muchos géneros populares, es la hondura poética que en su origen siempre han tenido. La bachata, que suele ser un género romántico, la he urbanizado hacia mi territorio. La presencia del bajo tranquiliza un poco, pero la cadencia bailable es reconocible.

-Ha dado un paso más en su carrera con su poemario "Ahora que la vida", ¿qué se puede encontrar en ese trabajo?

-Canciones en otra dimensión. Los versos no están parapetados detrás de una melodía, pero siguen teniendo el ritmo y el universo literario del que se nutren mis canciones. Es verso libre, con vivencias de un momento efervescente y convulso, en lo cultural, social y político.

-¿Cómo ha cambiado desde que publicó su primer trabajo, "Atrapados en azul", en 1997?

-Me gustaría pensar que me he desprendido de cierta arrogancia y solemnidad. Hay veces que hay que ponerse serio porque la realidad lo merece y da la sensación de que nadie lo hace. Pero he ganado en permeabilidad y en aspectos musicales que he tratado de incorporar en cada disco.

-Interpretó junto a Víctor Manuel la canción "Quiero abrazarte tanto", dentro de su homenaje "50 años no es nada". ¿Qué significó para usted?

-Víctor Manuel ha escrito canciones que forman parte del imaginario colectivo. He crecido escuchando su música y esa canción es una referencia, que siempre escuché en el tocadiscos de mi padre desde pequeño. Me sentí muy honrado y orgulloso de interpretar esa canción con él.

-Reconocido simpatizante de Izquierda Unida, ¿qué cree que debe hacer el partido en un momento crítico en el que busca una reinvención?

-No hemos sabido ejercer la autocrítica necesaria. Izquierda Unida ha sido injusta con la ciudadanía y su electorado. Me da la sensación que siempre se le ha abroncado a la gente tomar ciertas decisiones. No podemos culpar siempre a los demás de nuestros fracasos. Se ha perdido cierta ambición. No hemos sabido hacer autocrítica y dar un paso atrás para acompañar ciertos nuevos procesos que se están dando. El nuevo relato no depende tanto de las siglas, sino de un movimiento colectivo que es plural, y del que hay que participar haciendo unos ciertos sacrificios en beneficio de los nuevos procesos que se están viviendo.

-¿El futuro de IU está ligado a Podemos?

-Siempre he creído en la Unidad Popular porque es el desenlace natural. Se comparte un diagnóstico de la realidad y una receta. Que no haya puntos de encuentro responde un empecinamiento en reivindicar quien estaba antes y no a cuestiones programáticas. Hay una afinidad que es ineludible y se debe hacer un ejercicio de responsabilidad porque estamos ante una oportunidad histórica.

-¿Estamos abocados a unas nuevas elecciones?

-Totalmente. Está claro que el pacto entre Pedro Sánchez y Albert Rivera está abocado al fracaso. No se puede pactar con la derecha y luego querer seducir a la izquierda para que te den un cheque en blanco porque sí. Hay cuestiones programáticas que hacen imposible ese pacto. Los protagonistas lo saben y están de alguna manera interpretando un papel que tiene que ver más con estrategias electorales que con la posibilidad de formar un gobierno, sobre todo al PSOE, que es a quien le corresponde esa responsabilidad de formación.

-¿Su discurso activista y reivindicativo le viene por nacer en el barrio de Vallecas?

-Crecer en un entorno como el mío imprime conciencia de clase, una forma de mirar al mundo y de estar en él, y una cierta sensibilidad. Te ayuda a tener una conciencia crítica. En ese entorno de Vallecas el ambiente era familiar, se vivía con las puertas abiertas, y los problemas de tus vecinos eran tus propios problemas.