El lagarero estaba obsesionado por reinterpretar el gin-tonic a partir de su aguardiente de sidra artesanal. Al coctelero, que ya había asturianizado para él el mojito y la caipirinha, le llevó un tiempo encontrar el equilibrio de la mezcla entre el destilado de sidra y la tónica, el punto donde el combinado rebaja lo justo la potencia del licor sin dejar de saber a manzana. Al final, después de un tiempo de juego con las proporciones, con las cortezas de lima y naranja para encontrar el toque "cítrico" y "botánico" exacto, acabó naciendo el apple tonic, la bebida que ayer el coctelero Nacho Cuevas Capín enseñó a servir en una clase magistral para hosteleros y camareros de las sidrerías del Bulevar de Gascona, en Oviedo, donde empezará a servirse en exclusiva la versión asturiana del gin-tonic.

La bebida toma como base alcohólica y sustituto de la ginebra el aguardiente de sidra que elabora en Tiñana (Siero) la empresa Casería San Juan del Obispo. Es un licor artesanal destilado en alquitara, madurado en roble durante dos años -hay una versión añeja de nueve años, un Calvados de sidra- que confiere al combinado, según Capín, la condición de cóctel "de autor", de copa "de élite".

El coctelero acude al origen cuando rememora sus conversaciones con José María Díaz, gerente de la empresa sierense de las sidras y los destilados, sobre la confección de una carta de coctelería orientada a la exportación. El apple tonic tiende raíces ahí y el resultado se sirve en copa balón -"el vaso de sidra es un vaso de sidra"-, equilibrado en sabores y aromas con una corteza de lima en el fondo y otra de naranja arriba, por aquello de suavizar el impacto en nariz con un cítrico "más amable". Sale, confirma Capín, un combinado "muy fácil de beber" y muy conectado "con nuestra identidad", un gin-tonic sin ginebra concebido como "un producto muy asturiano".