Apareció con sus galones, una medalla de oro y otra de bronce ganadas en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y sus compañeros, uniformados con los colores de la Policía Nacional, se cuadraron. La Comisaría de Gijón homenajeó ayer a sus dos policías piragüistas olímpicos: Saúl Craviotto, ganador de dos preseas en K-1 y K-2, y Javier Hernanz, diploma olímpico en K-4. "Es un orgullo tremendo tenerlos aquí, en casa", manifestó sonriente Dámaso Colunga, comisario de la Policía Nacional en Gijón.

Atravesando un pasillo de honor, Craviotto y Hernanz regresaron a su lugar de trabajo para ser homenajeados. Aunque madrugaron para ello, todavía no volverán a patrullar. "Tengo un periodo de bastante lío, de recibimientos y atender a medios. Pero calculo que para mediados de septiembre o finales me incorporaré y vuelta al trabajo con los compañeros", explicó el doble medallista. Hernanz indicó: "Cogeremos unos días de vacaciones para despejar un poco y recuperarnos del 'jet lag', y en quince o veinte días estaremos por aquí de nuevo".

No faltaron tampoco los regalos. Craviotto entregó a Dámaso Colunga una elástica de la selección española con dedicatoria, que ahora quedará enmarcada para exhibirla en la Comisaría de El Natahoyo. La Policía Nacional de Gijón, por su parte, obsequió al laureado piragüista con una placa. Todo entre elogios del comisario jefe hacia los dos policías olímpicos. "En el aspecto personal y policial, no sólo no tengo ninguna queja, sino que estoy orgullosísimo de tenerlos en la plantilla. Y, por supuesto, de los éxitos que están teniendo representando a la Policía Nacional allá donde van", manifestó.

¿Son buenos policías?, se atrevió a preguntarle alguien a Colunga. "¡Pues imagínate! Estos 'armarios' imponen. Son cumplidores, no hay ninguna queja, que es lo más que se puede decir, y hacen su trabajo, que a veces es muy duro combinarlo con los entrenamientos. Tratamos también de que los servicios que tengan asignados les permitan en la mayoría de los casos compaginar los entrenamientos", contestó el comisario.

Tanto Craviotto como Hernanz tuvieron efusivas palabras de agradecimiento hacia el Cuerpo Nacional de Policía. "Nos dan todo tipo de facilidades. Es una pasada el apoyo que recibimos, no sólo por parte de los compañeros, sino a nivel institucional. Todo lo que hacen por nosotros es increíble. Sin ellos sería imposible", expresó el medallista leridano, que lleva ya muchos años viviendo en Gijón, donde contrajo matrimonio y ha formado una familia. "En el caso de Saúl, está casado con Celia, una gijonesa, y creo que a Celia irse de Gijón le costaría...", bromeó Colunga. Craviotto asintió.

Hernanz corroboró el buen trato de la Policía Nacional hacia sus deportistas de élite. "El nuestro no es un deporte en el que haya grandes excesos, ni grandes cantidades de dinero que te hagan perder la cabeza. Somos conscientes de dónde venimos, cómo llegamos y dónde estamos, y no pasa nada por volver ahora y ponernos a trabajar. Es verdad que ahora te reconoce más gente. Pero hacemos lo que nos gusta, y agradecemos a la Policía todo su apoyo porque sin ellos no sería posible", señaló.

Entre las facilidades que tienen están las liberaciones en épocas de competición o de entrenamiento más duro, así como la selección del destino. "Yo tengo la plaza en Lérida y una de las facilidades es estar en comisión de servicio aquí, en Gijón, porque la base de entrenamiento está en Asturias", explicó Craviotto, que ya dejó claro que intentará llegar a Tokio 2020.

En cuanto a Javier Hernanz -novio de la nadadora y medalla de oro Mireia Belmonte- no cumplió con su objetivo de las medallas en Río, pero ya piensa en el futuro. "Antes de los Juegos, la preparación era bastante buena y el objetivo era ganar, pero las circunstancias a veces no acompañan. No tuvimos el día, se levantó mucho viento en contra y no pudimos hacer nuestra regata, era la primera con viento en contra en cuatro años y tocó en una final de los Juegos. El objetivo siempre es ir a por las medallas, tanto en el Mundial que viene como en el próximo ciclo olímpico, si lo podemos preparar", aclaró.

Tras un merecido descanso, dejarán la ropa deportiva para volver a enfundarse la del uniforme policial. Y en la Comisaría de Gijón les esperarán sus compañeros, que también son admiradores. "A la hora de las pruebas nos poníamos todos a ver la tele viviendo sus éxitos y empujando la piragua como podíamos", confesó Dámaso Colunga. Ahora, tras el éxito olímpico, les toca remar juntos por la seguridad de la ciudadanía.