Franco TORRE

Asturias rindió anoche culto a la "superluna". Una legión de asturianos, principalmente aficionados a la astronomía y a la fotografía, se asomó a las ventanas y salió a las calles para contemplar un fenómeno astronómico que no se repetirá, con la intensidad alcanzada en estas últimas horas, hasta dentro de 18 años, y que reactivó antiguas creencias y supersticiones, como la que vincula el parto a las fases lunares.

Esto se debe, en gran medida, a que todo lo que rodea al satélite terrestre ha tenido resonancias míticas desde el principio de los tiempos. La Luna ha sido una constante en la historia de la humanidad, un lucero perenne que observaba, desde más allá del cielo, como nuestra pequeña especie colonizaba este mundo azul. En torno a ella se ha calculado el tiempo y han florecido religiones, ritos y civilizaciones. Y esta pasada noche, toda esa fascinación que el hombre ha sentido siempre por el cuerpo celeste por excelencia revivió al tiempo que la luna llena alcanzaba el perigeo y se tornaba "superluna".

Este fenómeno es frecuente, aunque no con la intensidad de esta pasada noche. La órbita lunar es elíptica, y como tal no siempre está a la misma distancia de la Tierra. El perigeo es el momento en el que el satélite está más cercano al planeta. Y cuando ese momento se produce al tiempo que la luna llena, se da este fenómeno, el de la "superluna", en el que el satélite se percibe más grande y más brillante.

"La 'superluna' no es un fenómeno extraño o poco frecuente: se da todos los años. De hecho, esta es la tercera 'superluna' de este año, y habrá una cuarta el 14 de diciembre. Ahora bien, esta es la más extrema porque estamos mucho más cerca del punto más cercano de la Luna a la Tierra en su órbita: una distancia mínima de 356.520 kilómetros. Es la más extrema en lo que va de siglo, y no veremos una parecida hasta el 25 de noviembre de 2034", explica Luigi Toffolatti, profesor titular del área de Astronomía y Astrofísica de la Universidad de Oviedo.

La singularidad de esta "superluna" concreta se constata al comprobar que, desde 1948, no se hallaban la Tierra y su satélite en esta proximidad. "Las 'superlunas' no son todas iguales: las hay menos fuertes, que alcanzan la fase de luna llena a dos días de su paso por el perigeo, y más extremas como es este caso, en el que la luna llena llegará a apenas dos horas del perigeo", precisa Toffolatti.

El fenómeno puede ser contemplado a simple vista, pero poco más se puede percibir, aparte de ver la Luna de un tamaño ligeramente superior y más brillante. "El asunto está llevado a los muchos decimales y, realmente, la próxima luna llena de diciembre va a ser sólo un pelín más pequeña que esta: La diferencia entre la luna llena más pequeña y la más grande es de sólo un 14% de tamaño. Pensemos en la diferencia, por ejemplo, en el precio de una cerveza: un 14% entre la más barata y la más cara es inapreciable", reflexiona David Lago, miembro de la Asociación de astronomía "Cielos despejados", quien no obstante celebra un fenómeno que pone la astronomía de actualidad y permite, por ejemplo, difundir las leyes de Kepler, que describen el movimiento elíptico de los planetas alrededor del Sol. En otros ámbitos de la sociedad, no obstante, los efectos de este fenómeno astronómico fueron plenamente constatables.

"Estos días tenemos las mareas más altas del año. Ya empezaron el domingo, y la de hoy (por ayer) llega a un coeficiente de 114, es la mayor de todo el año", afirmaba Manuel Buenaga, patrón mayor de la cofradía de pescadores "Virgen de la Guía" de Ribadesella, en plena faena por la costa del oriente al mando de su nave. "Las fases lunares marcan las mareas: con cuarto menguante o creciente son pequeñas, con 40 o 50 de coeficiente, y con luna nueva o luna nueva son las grandes, a partir de 80 o 90. Pero es que estos días tenemos mareas con coeficiente de 110 o más", explica Buenaga, que no obstante precisa que el mar, colmado de agua y bien surtido de peces, estaba ayer "muy bueno", una vez que había cesado el viento del norte que lo mecía en los días previos.

Además de las "mareonas", se ha achacado a las "superlunas" un incremento de la probabilidad de terremotos: "En 'Nature' se ha publicado recientemente un estudio, de un sismólogo japonés, que vincula, de manera muy preliminar, los terremotos con las fases de luna llena y luna nueva, algo que sería más acusado durante una 'superluna'. Pero se trata de un estudio muy preliminar, habría que profundizar en ello", sostiene Toffolatti.

Lo que está descartado, no obstante, es el presumible vínculo entre las fases lunares y los partos. Los científicos son claros: no hay tal cosa, por más que la tradición (y la superstición) afirmen lo contrario. "No hay ninguna evidencia científica que relacione el número de partos con las fases de la luna. Hay estudios recientes que lo corroboran: en agosto se publicó uno en el Hospital de Manises, en Valencia, que analizaba 4.700 partos del período 2013-2015, y no ve veía ninguna coincidencia ni ninguna relación, como tampoco entre las fases de la luna y la rotura prematura de membranas", afirma Carlos Nava, matrón del Hospital Carmen y Severo Ochoa de Cangas del Narcea.

Nava cita otros estudios, como uno realizado en Austria, durante casi tres décadas, desde 1970 hasta 1999, en el que se analizaron tres millones de nacimientos sin constatar ninguna relación. "Todo esto puede venir de las creencias de la antigüedad, cuando pensaban que la Luna fertilizaba las plantas y vinculaban el ciclo lunar de 28 días con el menstrual", reflexiona el matrón, que confirma que dentro del oficio hay profesionales que realmente creen que existe esta relación entre los nacimientos y las fases de la Luna, pese a que las evidencias científicas digan otra cosa. "Sería más bonito, pero no es así", concluye.