El próximo mes de septiembre Isabel II de Inglaterra cumplirá 66 años en el trono. La ausencia de la soberana, nonagenaria, en los oficios navideños y el retraso y cambio de planes en su viaje anual a Sandringham para pasar las fiestas, han disparado las alarmas sobre la salud de la reina, entre rumores sobre una posible abdicación.

La soberana, que se traslada a principios de diciembre a Sandringham, cerca de Londres, viajó en helicóptero junto a su marido, Felipe de Edimburgo, desde Buckingham, cuando suelen hacerlo en coche o en tren desde la estación de Kings Cross, ya que la residencia está en Norfolk, a sólo 177 kilómetros de la capital.

El caso es que los británicos se han quedado algo más tranquilos esta semana al saber que su reina se encuentra mejor de un fuerte resfriado, según confirmó su hija, la princesa real Ana, y que ha vuelto al "trabajo", tras estar apartada de la vida pública desde la primera semana de diciembre. La reina eligió como primer acto protocolario de 2017 el nombramiento de su ayudante de Cámara Ray Weheaton como lugarteniente de la Orden Real Victoriana.

Elizabeth Alexandra Mary, nacida en Londres el 21 de abril de 1926, reina de dieciséis de los estados soberanos que forman parte de la Commonwealth (Mancomunidad Británica de Naciones), también ha tenido que echar mano de su fino sentido del humor para afrontar una broma macabra en las redes sociales, donde un falso comunicado en nombre de BBC News anunciaba su muerte. El palacio de Buckingham se vio obligado a desmentir el bulo alimentado por la ausencia de Isabel II de los oficios religiosos de Navidad y Año Nuevo, en la iglesia de Santa María Magdalena de Sandringham, donde se da cita toda la familia real. A ello se une que a finales de año anunció su renuncia a la presidencia de 25 patronatos, en un nuevo gesto que muestra su intención de ir delegando funciones en el príncipe Charles de Gales, heredero de la Corona, y en su nieto, el príncipe William, duque de Cambridge, segundo en la línea sucesoria, que dejará su residencia campestre de Anmer Hall para establecerse en Londres con su esposa, Kate, y sus dos hijos, los príncipes George y Charlotte.

La versión oficial de Buckingham dice que la Reina "todavía se está recuperando" del fuerte resfriado, y que su ausencia en los servicios religiosos fue una "medida de precaución" por el tiempo frío y húmedo, y rechazó que haya motivos de preocupación. Buckingham difundió también el día de Año Nuevo un vídeo de la reina felicitando a sus súbditos canadienses, aunque pregrabado. Y mientras tratan de despejarse las incógnitas respecto al futuro de los Windsor, todas las miradas se vuelven hacia el príncipe de Gales. En 1958, su madre le otorgó ese título y el de conde de Chester. Inició su formación en el Hill House londinense y en el Cheam Scholl de Berkshire. En abril de 1962 ingresó en Gordonstoun, la prestigiosa institución escocesa donde también había estudiado su padre.

Finalizada la Enseñanza Secundaria, se trasladó en 1967 a la Universidad de Cambridge para seguir estudios de Arqueología, Antropología e Historia en el Trinity College, y llegó a graduarse en 1970. También aprendió galés en el Colegio Universitario de Aberystwyth, meses antes de la ceremonia oficial de su investidura como príncipe de Gales, que presidió la reina en 1969, en el castillo de Caernarfon.

El príncipe, con escaño en la Cámara de los Lores, pasa el tiempo entre compromisos oficiales y unos boyantes negocios agrarios con producciones ecológicas apreciadas en su país. La defensa del medio ambiente y del patrimonio histórico son otras de sus causas.