La visión de coleccionista femenina, refinada y profesional de la empresaria Alicia Koplowitz, dueña de un inmenso repertorio artístico amasado con gusto enciclopédico, sale a la luz por vez primera en el parisiense museo Jacquemart André. "De Zurbarán a Rothko", que estará abierta hasta el 10 de julio, traza a través de medio centenar de obras, aproximadamente un tercio de su colección personal, unos 600 años de la historia del arte, con obras de Goya, Van Gogh, Toulouse-Lautrec, Gauguin, Picasso, Juan Gris, Modigliani, Tapies, Giacometti o Barceló.

"Coleccionar obras de arte es para mí un hecho iniciático, un camino que comenzó cuando tenía 17 años, que me ha servido de escudo frente a diferentes vicisitudes de la vida, en el que he aprendido a explorar vías íntimas que me eran desconocidas", confiesa Alicia Koplowitz en el catálogo de la muestra.

Mecenas a la par que coleccionista, la empresaria ha ido amasando un excelso repertorio que, por pudor y por desconocimiento de su verdadera importancia, se negaba a mostrar en público hasta ahora, indica el comisario de la muestra, Pablo Melendo Beltrán.A través de la colección queda expresada la personalidad de su dueña, señala Melendo, que asegura que el recorrido tiene "una coherencia, la de una selección hecha por una mujer con interés estético, pero sobre todo artístico".

Koplowitz se interesa en particular por obras que tienen una historia personal, que puede ir desde el encargo de un mecenas a un artista, o porque representan algo importante en la vida del pintor. Tras una incursión en el arte italiano de pintores instalados en Madrid, el recorrido lleva al postimpresionismo de Van Gogh, Toulouse-Lautrec o Gauguin, hasta llegar a Picasso o Juan Gris. Modigliani, Van Dongen o Staël dan un paso más hacia la era contemporánea, que llega de forma plena de la mano de Antonio López, Antoni Tàpies o Julio González.