"Por trece razones", la ficción que ha supuesto el último gran éxito de Netflix, se ha convertido desde su estreno, el pasado 30 de marzo, en la serie más tuiteada del año. En un momento en el que la audiencia real y el eco en las redes sociales se entremezclan para determinar el éxito o el fracaso de una serie, parece innegable que la multinacional del contenido en "streaming" lo ha vuelto a conseguir. El problema es que ese logro casi global ha venido acompañado de una polémica de similares proporciones, un huracán mediático al que ahora se suma el anuncio de que habrá una segunda temporada.

La serie narra el suicidio de la adolescente Hannah Baker en un pequeño pueblo de EE UU y lo hace a través de unas cintas de casete que graba la propia joven antes de morir. La voz en off de la protagonista conduce al espectador por su historia mientras explora las reacciones de sus compañeros de instituto ante su muerte y la posterior explicación de sus motivaciones. La historia llevaba diez años en las páginas de una novela homónima escrita por el norteamericano Jay Asher, pero ha sido ahora cuando ha conocido el éxito internacional de la mano de la actriz y cantante Selena Gomez como productora ejecutiva.

La serie habla sin tapujos de problemas como el acoso escolar, los abusos sexuales, la depresión y la relación de los adolescentes con el alcohol y las drogas. Su manera de tratar temas como el suicidio y la violación es lo que más críticas le ha granjeado. Psicólogos, profesores y asociaciones de padres se han apresurado ha señalar que la serie puede inducir al suicidio y ser muy contraproducente para los adolescentes con problemas. En Canadá, un centro educativo ha llegado a prohibir hablar de la serie porque, a su entender, defiende "la glamourización del comportamiento suicida", y en Nueva Zelanda ha recibido la calificación de "no apta para menores de 18 años".

Ante esta ola de críticas, Netflix ha decidido incluir nuevos mensajes sobre el contenido explícito de algunos capítulos, así como una advertencia al inicio de la serie. Pese a su gesto, desde la compañía defienden el mensaje que "Por trece razones" quiere transmitir: "Muchos de nuestros suscriptores creen que la serie es un valioso medio para empezar una importante conversación". De su lado, todos los fans y las miles de personas que defienden en las redes sociales su "valentía" a la hora de tratar estos temas y hacer llegar un mensaje tan importante a los adolescentes. La dimensión que ha adquirido el debate ya parece un éxito innegable de la serie.

Es evidente que la historia ha sido un aldabonazo para muchos espectadores y no sólo por la crudeza de los temas más duros, como el suicidio y la violación. A la historia principal le acompaña un retrato no menos interesante del "bullying" y la cooperación necesaria de quienes lo permiten, el abismo que separa a padres e hijos, las drogas, el acoso sexual, el machismo y un largo etcétera que conecta con toda una nueva generación que se enfrenta a estos problemas, que no son nuevos, acompañados de un nuevo y peligroso amplificador como las redes sociales.

Lo que parece claro es que el éxito ha llegado para quedarse. La confirmación de que los trece capítulos que forman la primera temporada tendrán una continuación no ha pillado a casi nadie por sorpresa. Varios acontecimientos sin explicar en el capítulo final y un juicio por celebrarse parecían trama suficiente para continuar con la historia, aunque fuese ya sin el apoyo de ningún libro. Por lo que se puede intuir, la segunda temporada seguirá ahondando en las consecuencias del suicidio de la joven Hannah Baker, a la vez que introducirá nuevos temas difíciles para la sociedad norteamericana como el control de las armas de fuego. La polémica está servida y también tendrá una segunda temporada.