Ágatha DE SANTOS

"Wyoming & Los Insolventes" andan con sus bolos veraniegos. No es en absoluto inusual que el músico, actor y presentador de televisión esté de conciertos algunas temporadas, algo que combina con el "Intermedio", en la Sexta. Y es que "Wyoming & Los Insolventes" son una banda tributo a los grandes del rock, pero también a ellos mismos.

-¿Qué vienen tocando en sus conciertos?

-Le pegaremos un repaso a la historia del rock & roll, que es la música que a nosotros nos gusta y por eso nos juntamos para tocar. Es una gira musical y gastronómica. Aprovechamos que visitamos los sitios para disfrutar de su riqueza gastronómica.

-¿Nunca se han planteado tocar temas propios?

-Esto es una cosa que pensamos para hacer giras y tocar en salas, y resulta que el tiempo ha pasado y no nos hemos dado cuenta. Ya llevamos diez años sin parar. Nunca nos hemos planteado hacer temas propios. "Los Insolventes" tienen a su vez un grupo, "Última Experiencia", y ellos, sí, ellos sí tienen su carrera musical como grupo.

-¿Para usted es más una manera de "evadirse" de la crítica política que hace en "El intermedio"?

-Completamente. Es una especie de terapia personal porque lo que contamos en el programa no se acaba nunca y no porque repitamos lo mismo, sino porque todos los días hay material y esto es muy frustrante. Las giras son para mí muy terapéuticas porque no me afectan y lo que cuento en el programa, sí.

-¿Tanto da de sí el panorama político español?

-Bueno, ahí está y es bastante insólito, pero ahora estamos de vacaciones y, de hecho, cuando los políticos se van de vacaciones las noticias se atenúan. Hay que hablar de incendios, de accidentes, en fin, de sucesos, pero parece que la cosa delictiva mengua.

-Diez años de "El intermedio". Insólito también teniendo en cuenta cómo se despachan hoy los programas en televisión.

-Yo creo que hemos debido de batir algún tipo de récord, aunque no lo sepa porque es un programa diario, que quema mucho más, y con un contenido difícil. Nosotros estamos en prime time, compitiendo con los programas de entretenimiento puro y duro. Y a veces nos tiramos veinte minutos hablando del Tribunal de Cuentas.

- Un tema que no parece muy entretenido.

-Esto es completamente insólito y una experiencia única en la historia de la televisión que a mí, personalmente, me agrada mucho porque yo siempre decía que lo de que la televisión da al público lo que el público demanda era una gran mentira. Hay un factor de imposición evidente que no se quiere ver y, por fin, a mis 62 años, la historia me da la razón.

- Todo un hito para un programa de televisión, aguantar con esos temas.

-Un programa de estas características es absolutamente inviable según cualquier manual de comunicación, que dice que lo que la gente quiere es quitarse problemas de encima después de un día de trabajo, que no quiere que le coman el coco ni le cuenten historias. Pues es totalmente falso. Primero porque los informativos tienen un seguimiento bastante grande, y segundo, insisto, porque este programa, que está planteado en prime time como programa de entretenimiento con un contenido muy complicado para esas horas, tiene una audiencia espectacular dentro de la cadena donde está.

-¿Tal vez por la forma de contar las cosas?

-El programa tiene un grandísimo equipo de guionistas, de realización... Yo creo que el mérito está en que han sabido inventar un formato que funciona. Y sobre todo ha demostrado una cosa que me parece muy interesante y es que la gente quiere saber. Yo ahí sólo soy el presentador, quien pone la cara y se lleva todos los méritos del espacio.

-Se lleva los méritos, pero también es el centro de las críticas.

-También. Hay de todo. Vivimos en un país muy complicado. Si esto fuera Estados Unidos me hubiera retirado hace muchísimo tiempo completamente forrado de todas las cosas que se han dicho que son falsas. Aquí esto, sin embargo, es totalmente gratuito. Yo he tenido hasta cuentas corrientes que no han existido. Y todo por calumniar. Es algo muy triste.

-Dani Mateo y usted están acusados de un supuesto delito contra los sentimientos religiosos por un chiste sobre el Valle de los Caídos. ¿Le sorprendió la querella?

-Esto es otro ejemplo de cómo funciona este país y de cómo te quieren hacer callar porque el juez que lo lleva lo desestimó en su momento, pero una autoridad superior le obligó a reabrirlo. Ahora lo han llevado [la Asociación en Defensa del Valle de los Caídos] por ofensa al sentimiento religioso cuando de lo que se hablaba era de una cuestión política. No se está hablando del Valle de los Caídos como templo ni como referencia espiritual, sino como un referente claro de lo que fue el fascismo en España y la dictadura. Nada más. No tiene nada que ver con la religión. ¿Hay una cruz? Eso es anecdótico. Podía haber un águila bicéfala o una cruz gamada. Pero es la única manera de callar una opinión sin atentar contra la libertad de expresión.

-Hay cómicos que hablan de censura y hasta de autocensura...

-Ésa es una cuestión personal. Lo que es triste es que aún estas cosas tengan ese peso. Yo estuve en la casa de verano de Hitler en los Alpes alemanes, donde han hecho un centro de interpretación del nacionalsocialismo, y estaba lleno de gente, turistas y alemanes, visitándolo con mucho respeto. Esto aquí es impensable y me parece muy triste, pero yo no me voy a autocensurar. Yo seguiré diciendo lo que pienso en cada momento.