El semanario "Interviú", publicación emblemática de la Transición, ha echado el cierre tras más de cuatro décadas de actividad. Una decisión que su editor, el Grupo Zeta, tomó debido a las pérdidas que acumulaban tanto esta revista como "Tiempo", abocada también al cierre, y que el grupo editor cifra en conjunto en siete millones de euros en los últimos cinco años.

La compleja situación económica de la publicación ha sido contestada por los trabajadores, una plantilla de 25 personas, que han acusado al Grupo Zeta de "mala fe" y sostienen que tanto "Interviú" como "Tiempo" pueden ser rentables, por lo que tratarán de frenar su cierre. Pero, salvo un giro de última hora, la decisión del Grupo Zeta supone el final de una publicación relevante dentro de la historia del periodismo español, que marcó a la sociedad del país con sus icónicas portadas con desnudos femeninos y con relevantes reportajes de investigación. Cuando llegó a los quioscos, "Interviú" supuso una auténtica revolución para el periodismo patrio, y los asturianos tuvieron un papel destacado tanto en la sala de máquinas como en esas ya míticas portadas.

No en vano, el primer director de la publicación fue Antonio Álvarez Solís, natural de Madrid pero de familia y espíritu asturianos, hasta el punto de que siempre se reconoció como un hijo de Mieres. El primer número de la revista vio la luz el 22 de mayo de 1976, a un precio de 40 pesetas, y la portada estaba protagonizada por una modelo británica desconocida, cuya ropa mojada dejaba entrever sus pechos. De un total de 100.000 ejemplares de la tirada, se vendieron 85.000. Ese verano, en el mes de agosto, una actriz gijonesa protagonizó uno de los primeros desnudos realmente relevantes de la publicación: era Susana Estrada, figura del "destape".

El primer gran golpe de la revista llegaría poco más de un año después, con su número 16: el de la portada de Marisol. Se agotó la tirada completa, 470.000 ejemplares. "Interviú" era un fenómeno social en España: "En la redacción había a veces colas de chicas que querían ser chicas 'Interviú'", recordaba días atrás el propio Álvarez Solís, en un artículo publicado en "El Mundo".

Pero la publicación no vivía sólo de desnudos: desde un primer momento, "Interviú" compaginaba esa vertiente con los reportajes de investigación e informaciones de impacto. Fue la primera publicación en entrevistar a Adolfo Suárez, en 1977, y marcó un hito en la crónica negra española con su cobertura del crimen de los marqueses de Urquijo, en 1980.

Desde el ámbito de los sucesos llegaría a la redacción de "Interviú", ya en 1999 y procedente de TVE, un periodista gijonés: Luis Rendueles. "Era un sitio especial, distinto. En 'Interviú' tenías tiempo para hacer reportajes de investigación, había medios. Y luego había una gran redacción", explica Rendueles, que en 2008 pasó a ejercer de subdirector de la revista, cargo que ostentó hasta su cierre.

En aquella redacción, Rendueles coincidió con otros periodistas asturianos, como Nuria Varela, de Turón, o Juan Luis Álvarez. "Había auténticos personajes, gente que no eran universitarios, pero sí auténticos periodistas que se habían formado a pie de calle. Gente que era puro instinto, como Juan Luis Álvarez, que era fantástico. Era un sitio diferente, menos académico que otras redacciones, pero en el que aprendías muchísimo porque era gente de la calle. Nos movíamos al último pueblo de España para sacar a la luz historias tremendas, como las de los bebés robados", recuerda Rendueles.

La redacción sabía manejar bien esa doble vertiente en la que se movía la revista, la del reclamo de sus portadas y el rigor en sus investigaciones. Entre las asturianas que protagonizaron la icónica portada, Rendueles recuerda el impacto que tenía siempre Natalia Estrada, que no en vano salió en portada nada menos que once veces. Una cifra sólo superada por Sabrina Salerno, aquella cantante italiana que conmocionó a los españoles en la Nochevieja de 1987, cuando uno de sus pechos se liberó del escote durante la interpretación de su hit "Hot girl".

Beatriz Rico, la modelo "curvy" Eva María Pérez y el estilista Pelayo Díaz, uno de los pocos hombres que protagonizaron la portada de la publicación, fueron otros rostros asturianos inmortalizados bajo la cabecera de "Interviú". Pero el Principado también fue objeto de relevantes reportajes de investigación. "Lo último bonito que sacamos, relacionado con Asturias, fueron las hojas de la pensión falsa de Villa cuando se cayó, que lo publicamos el verano pasado", recuerda Rendueles.

El carácter incisivo de "Interviú" les generó muchos enemigos, y la crisis comenzó a dejar demasiadas vías de agua en la empresa. "Publicar que Zapatero cambió los mapas del mar para que Florentino ( Pérez) pudiera hacer 'Castor' en Castellón era muy ingrato. Es verdad que, en los orígenes, hubo reporteros de 'Interviú' que acabaron en la cárcel, y ahora no te juegas el físico, sólo el puesto de trabajo. Es menos heroico, pero también porque los enemigos no están tan claros. Escribir sobre Florentino no es fácil, igual que sobre Botín o sobre quién financia los partidos políticos", reflexiona Rendueles.

La revolución tecnológica trajo un nuevo escenario para "Interviú", que notó la transición digital más que otras publicaciones porque liquidó parte de ese atractivo de sus portadas: la revelación del secreto carnal. "Ahora, las mujeres y los hombres famosos autogestionan sus desnudos y los sacan en las redes sociales. Cristina Pedroche o Rihanna lo hacen muy bien. En el 76, ver a una mujer desnuda en la prensa era algo muy diferente", sostiene Rendueles. Esa circunstancia se unió a que "Interviú", por su propia naturaleza de revista de investigación, requería de una inversión mayor que otras publicaciones.

Internet es ya un proveedor de desnudos desbordante, por ahí nadie echará de menos a "Interviú", aunque el impacto de estas imágenes es muy distinto al que tenía la ya añorada revista cuando llegaba a los quioscos. Pero en su vertiente investigadora, la publicación deja un hueco difícil de llenar. "En los medios locales sí que se hacen cosas en este sentido, y veo cómo personas como Jordi Évole cogen parte del estilo de la revista. Pero la investigación es cara y no es muy gratificante. Es muy desagradecido", concluye Rendueles.