Con el primer acorde de la batería, tres grandes telones de color rojo que habían escondido el escenario del teatro Palacio Valdés cayeron al suelo y así fue cómo se descubrió Luz Casal al personal que hace semanas había decidido llenar el odeón avilesino para escuchar cómo la cantante ordenaba: "Que corra el aire", el título de su último disco. La cantante, pues, sabía bien que iba a jugar en casa: "Este es el primer concierto de esta gira, espero que me sepáis perdonar si me equivoco", bromeó al poco de salir a escena. "Que no, que me lo sé superbien", subrayó al instante a su parroquia de creyentes. No se confundió un pelo.

Unas pocas horas antes de conquistar al escenario más clásico de Avilés -Luz Casal conoce todos los demás: el campo de fútbol, el auditorio de la Casa de Cultura y hasta el Niemeyer- firmó en el libro de oro del Ayuntamiento, el mismo que inauguraron los reyes eméritos cuando hace cuarenta y dos años inauguraron el parque de Ferrera. Escribió: "Avilés, siempre en el corazón". "Aún habiendo nacido en Galicia, aún teniendo a toda la familia allí, Asturias es fundamental para mi vida: aquí están todos mis recuerdos, los primeros, los de mi desarrollo como persona", confesó tras agradecer la bienvenida que le dio la alcaldesa Mariví Monteserín. "La avilesinas nacemos donde deciden nuestras madres", señaló la regidora, que es de Boal, pero avilesina al ciento por ciento.

Luz Casal estuvo más de dos horas sobre la escena. Y parecía que tenía cuerda para mucho más rato. Se trataba de inaugurar gira, pero también de escuchar cómo anda "Rufino" después de llevar la tira de años invitando a Luz "a comer langostinos". La cantante presentó un espectáculo de veintitantas canciones. Emocionó con "Lucas", la "historia de un niño y de su madre y de aquello que nos dio", aseguró bajo un foco en contrapicado, con la sala a oscuras, pendientes de cada una de sus palabras. Que en Avilés lo que hay con Luz Casal es verdadera devoción. "Bienvenida a casa", se escuchó a una ciudadana que se cruzó con la cantante en la plaza de España ayer por la mañana, poco antes de la ceremonia de honra municipal, que es algo que en Avilés se reserva mucho.

Luz Casal, con traje de chaqueta, como una tigresa, movía las piernas al ritmo marcado por una batería poderosa y un órgano que parecía íntimo. Las baladas de la avilesina son como susurros, los aplausos de los avilesinos, al principio, tan discretos que sorprendían, pero sólo fue necesario estirar el recital para que comenzaran los "guapas" y las cámaras a grabar vídeos...

"Loca" es una canción que levanta el ánimo, el corazón y todo... Llegó casi al final del concierto, antes de los bises. Hubo tres. Uno de ellos fue "Negra sombra", que se escuchó por vez primera en la película de Alejandro Amenábar "Maradentro". Rosalía de Castro, que asombra, como asombró el sonido que se escuchó en el Palacio Valdés. Luz Casal no se cansa, los asturianos no se cansan, todos escuchando y siguiendo cada uno de los versos de "No me importa nada", todos escuchando lo bien que está "Que corra el aire": "Es mi casa el templo donde me guardo / donde me aíslo". Ayer, poco.