La ex primera dama de Estados Unidos Barbara Bush, cuyo estado de salud era delicado, falleció en su casa de Texas a los 92 años de edad por causas que aún no han sido divulgadas, informó un portavoz de la familia. El domingo, el portavoz anunció la decisión de quien fuera esposa del expresidente George H. W. Bush (1989-1993) de no volver a acudir al hospital para someterse a tratamiento por el estado delicado de salud que sufría desde hace ya varios años.

Barbara Bush, que además de primera dama era la madre del también presidente George W. Bush (2001-2008), padecía desde hace tiempo una obstrucción pulmonar crónica, que había afectado a su capacidad cardíaca, lo que le llevó a ser ingresada en numerosas ocasiones a lo largo de los últimos años.

Barbara Bush fue la imprescindible matriarca de una de las grandes dinastías políticas de Estados Unidos, una mujer apegada a lo tradicional que se ganó el apodo de "la abuela de todos" con su actitud cercana y su lengua sin tapujos.

Bush fue durante buena parte de su vida una espectadora clave de la política estadounidense, convirtiéndose en una de las primeras damas más queridas y en una figura esencial en el ascenso de dos de sus cinco hijos.

Esposa del expresidente George H. W. Bush (1989-1993) y madre del también exmandatario George W. Bush (2001-2008) y del exgobernador de Florida Jeb Bush, Barbara dedicó su vida casi por completo a ser madre y esposa, pero tuvo tiempo para dos batallas extra: en favor de la alfabetización y contra el cáncer.

Bush fue primera dama en pleno apogeo de la exigencia feminista por liberar a la mujer de las cadenas del hogar, pero ella nunca se avergonzó de su empeño en dedicarse a sus hijos y ser el pilar de su marido, una actitud que le valió no pocas críticas pero que ella siempre llevó con orgullo.

"Hace mucho tiempo decidí que en esta vida tenía que tener prioridades. Puse a mi marido y a mis hijos en lo más alto de mi lista. Y es una decisión de la que nunca me he arrepentido", escribió en su libro de memorias.

Esa decisión vital no evitó que se pronunciara de forma abierta sobre algunos asuntos políticos. Quizá por eso la sorpresa fue tan grande cuando, en sus memorias, reveló que opinaba muy distinto que Bush padre en dos grandes asuntos en el debate nacional: el aborto, que según ella debe depender de una decisión personal de la mujer, y el control de armas, que creía necesario fortalecer.

Sí fueron prioridades para ella la alfabetización infantil, que centra el trabajo de la Fundación Barbara Bush, y la lucha contra el cáncer, con la que se comprometió tras perder a su hija Robin, fallecida a los tres años de leucemia y que llevó al matrimonio Bush a donar millones de dólares para investigación médica.

Pese a sus ideas tradicionales y sus inseparables collares de perlas, Barbara Bush nunca se preocupó demasiado por los estragos de la vejez, y convirtió su pelo blanco y sus arrugas en toda una seña de identidad en pleno auge de la cirugía estética.

Su sentido del humor y su franqueza generaron muchos titulares. En abril de 2015 no dudó en decir que no quería que su hijo Jeb compitiera por la presidencia en 2016. "Hay otra gente que está muy preparada, y ya ha habido suficientes Bush (en la Casa Blanca)", explicó entonces.

"Al final de tu vida, nunca te arrepentirás de no haber aprobado un examen más, o ganado un juicio más, o cerrado un acuerdo de negocios más. Te arrepentirás de no haber pasado más tiempo con un marido, un amigo, un hijo o un padre", dijo Barbara Bush en 1990. Fue fiel a este consejo hasta sus últimos días, acompañada del hombre con el que estuvo casada más de 70 años.