El torero Juan José Padilla fue objeto de un cálido homenaje de los aficionados navarros horas antes del último paseíllo de su carrera en la plaza de toros de Pamplona, en la que ha sido una de las figuras más emblemáticas de los últimos veinte años. Con su ya característico parche en el ojo izquierdo y sin ocultar la cicatriz que le dejó el percance sufrido en Arévalo (Ávila), cuando un toro le desprendió parte del cuero cabelludo, Padilla asistió emocionado al acto. El diestro jerezano dijo que Pamplona es también su casa. "Ahora solo falta", remachó Padilla, "que Dios me ayude esta tarde, para poder dejaros el mejor recuerdo".