Hubo una época en la que la vida familiar se paraba frente al televisor en cuanto empezaba a sonar la sintonía de "Los ricos también lloran", "Cristal" o "Betty la fea". Tras décadas reinando en la programación, los culebrones pasaron a ser un género trasnochado. Hasta que llegó, a través de Netflix, "La casa de las flores". Su creador, el mexicano Manolo Caro, tiene el melodrama en su ADN. Confiesa que creció viendo telenovelas y ahora ha sido capaz de enganchar a la "generación millennial" con un culebrón como el de los años 80, pero con temas añadidos impensables en aquellas producciones, como la transexualidad, la homosexualidad o las drogas.

Este mismo verano vivimos un fenómeno fan similar con otra serie de factura mexicana. En primavera, Netflix estrenó "Luis Miguel: la serie" y las redes sociales enloquecieron con el biopic de la estrella mexicana. Las revelaciones sobre la desaparición de su madre o Luisito Rey y su "Coño, Micky" mantuvieron en vilo a los espectadores hasta mediados de julio. Detrás de este proyecto está también Manolo Caro, un director que se caracteriza por sus producciones únicas y comprometidas. Su ópera prima, "No sé si cortarme las venas o dejármelas largas", rebasó el millón de espectadores para convertirse en la tercera película mexicana más vista en 2013.

La última criatura de Caro, "La casa de las flores", es una gran telenovela con hijos ilegítimos, negocios clandestinos, hermanos desconocidos, problemas económicos y secretos familiares, pero ¿qué se podría esperar si una de las protagonistas es la mismísima Verónica Castro? La inolvidable Mariana de "Los ricos también lloran" interpreta a Virginia de la Mora, la matriarca del clan, que actúa pensando siempre en el qué dirán y, he aquí la novedad, fuma pipas de marihuana a escondidas. Su vida da un giro cuando Roberta, la amante de su marido, se suicida en medio de una fiesta.

La primera escena ya deja claro que una de las grandes influencias es la serie "Mujeres desesperadas". La otra es Pedro Almodóvar. En Wisteria Lane la trama tenía la voz en off de Mary Alice Young y aquí es Roberta la encargada de narrar las historias de los protagonistas. Los enredos familiares, los personajes, la estética y la música, con temas de "Mecano" o Yuri, dibujan una atmósfera a lo "Mujeres al borde de un ataque de nervios".

"La casa de las flores" se ríe de los clichés mexicanos y al mismo tiempo les rinde un homenaje. Gloria Trevi, Paulina Rubio o Amanda Miguel son la inspiración para tres de las "drags" del cabaret que, en secreto, ha dado sustento económico a una familia de supuesta clase alta. Pero el personaje más controvertido, incluso antes de que se estrenara la serie, fue el de María José, una abogada transexual que en el pasado fue el marido de Paulina, la hija mayor de la familia. La elección de Paco León para este papel no gustó al colectivo LGTB, que acusó a la serie de "tránsfoba", por no contratar a un transexual auténtico para el personaje.

Sin embargo, la clave de "La casa de las flores" es otra. Se llama Cecilia Suárez o, en su papel, Paulina de la Mora. Todo el mundo conoce a esta actriz como Cecilia de la Mora. Pero no es su primer personaje. Ni mucho menos. La intérprete que da vida a la hija más pija de "La casa de las flores" -y que se ha hecho famosa gracias al desternillante acento que todo el mundo imita en las redes sociales- no sólo es una de las musas de Manolo Caro. Es mucho más. Es una de las actrices más comprometidas de México. Una profesional que evita hablar de su vida privada, pero que no duda en acudir a platós de todas las cadenas para criticar la situación política que vive su país. "Tenemos una grave herida abierta, vivimos una crisis de derechos humanos tremenda", sentenció la actriz en una entrevista reciente.

La gran pregunta que le han hecho siempre a Cecilia Suárez es por qué no se va a Estados Unidos a relanzar su carrera. La respuesta es sencilla. Rechaza, de lleno, tener que comulgar con los papeles que le ofrecen. "No quería perpetuar la versión que Estados Unidos tiene sobre la cultura mexicana", sentenció. No quiere encarnar el estereotipo de una mexicana sirvienta en casa de los gringos ricos.

El éxito de su personaje es tal que hasta Netflix tuvo que intervenir para prohibir a Cecilia Suárez poner el acento de pija que usa su personaje en la serie, acompañándolo de una cara de palo a la que nadie puede resistirse. "Se nos ocurrió en el tercer capítulo y hubo que volver a grabarlo todo", explicó la propia Suárez en una entrevista reciente.

"La casa de las flores" no es el único "revival" del culebrón. La telenovela turca "Fatmagül" triunfa en todo el mundo. Se basa en una novela de 1976 de Vedat Türkali titulada "¿Qué culpa tiene Fatmagül? En 80 episodios cuenta la historia de Fatmagül, una joven que tras ser violada por varios hombres es obligada a casarse con uno de los agresores para ocultar la deshonra. Aunque su prometido y su familia la abandonan, ella no se resigna y decide iniciar una batalla legal contra sus violadores en busca de justicia. El impacto que generó en su estreno traspasó la pantalla y animó a muchas mujeres a denunciar los abusos. En España la cadena temática Nova adquirió el año pasado los derechos y ahora es líder de su franja de emisión. El éxito de las series turcas en Latinoamérica abrió la vía hacia nuestro país y Mediaset ya se ha hecho con los derechos de otro "turcolebrón": "Kara Sevda (Amor eterno)", la primera ficción de la historia de este país en ganar un "Emmy".