Cuatro años habían pasado desde la última vez que pudimos ver a "Los guajes" en un escenario. La expectación era máxima, y el lleno en la sala Albéniz estaba garantizado para un recital llamado a devenir en fiesta generacional, porque son muchos los asturianos en torno a los cuarenta que han crecido con este grupo. "Los guajes" son una vuelta de tuerca al revival de los años sesenta, porque con su "garaje ibérico" se aproximan al pop de esa década con rigor, pero también con desenfado, sin el boato que caracteriza a otras bandas revivalistas del panorama nacional. Esto es lo que les permite moverse por distintos estilos sin compromisos estéticos ni complejos, y transmitiendo el clima de diversión que subyacía en los orígenes del ye-ye, el garaje o el punk más lúdico y gamberro.

No es de extrañar que Gijón haya propiciado un grupo de estas características, cuyo caldo de cultivo está en los omnipresentes influjos sesenteros que caracterizaba a la escena musical de la ciudad en la década de los noventa. Dignos herederos del "pop playu", la música de "Los guajes" apuesta por un beat con canciones en español cargadas de humor y con estribillos fáciles de corear; cortes de no más de tres minutos con detalles precisos y sin adornos superfluos.

Todo está cuidado con esmero, desde el atrezo del escenario a los trajes de los músicos, y su puesta en escena transmite una energía desenfrenada que tiene en la figura de Kike Suárez (el Mike Kennedy de Viesques) su máximo exponente. El histrionismo irreverente de su personaje resulta magnético; su voz, su gestualidad, el diálogo que mantiene con el público? este maestro de ceremonias se gana al respetable incluso antes de pisar las tablas. El viernes dejó a un lado el traje de conjunto beat para sumergirse en la estética y los modos de actuación de un divo setentero, a medio camino entre Nino Bravo, el Elvis de Las Vegas y Sandro. No todo fue música, el espectáculo contó con varias intervenciones del "mánager del grupo" y otros personajes que fueron construyendo en clave de humor la narrativa de este "come back".

El repertorio contó con canciones de todos sus trabajos; no faltaron temas míticos, como "Estoy soltero", "Cazasuecas" o "La vida es como un carrusel". Tampoco versiones de figuras que son grandes referentes para la banda, como Raphael, de quien interpretaron "Hoy mejor que mañana" con un acertado refuerzo instrumental a base de viento metal que estuvo presente en los temas más cercanos al soul. Ya en los bises, cerraron el concierto con "Frío", una descarga de decibelios que muestra la cara más punk de este conjunto gijonés. El público parecía insaciable, siempre pedía más, pero con este tema "Los guajes" pusieron fin a un concierto memorable. Sólo nos queda esperar que no tarden otros cuatro años en subirse a un escenario.