Los toreros Juan José Padilla, como estaba anunciado, y Alejandro Talavante, según se supo tras el festejo, se retiraron ayer del toreo saliendo de muy distinta forma de la plaza de Zaragoza. El jerezano salió a hombros el jerezano, tras cortar dos orejas; y el extremño se fue a pie y, aunque sólo paseó una oreja, logro cuajar el mejor toreo de la tarde.

En el mismo momento en que Padilla enfilaba a hombros hacia la puerta grande, en loor de multitud y rodeado de compañeros, Talavante salía a pie por el patio de cuadrillas, en silencio y acompañado únicamente con su cuadrilla, sabiendo que, sin marcarse una fecha posible de vuelta, este había sido su último paseíllo.

Porque Padilla, para cuyo adiós estaba preparada la tarde y el ambiente, aún toreará un puñado de corridas más en América.

Las mayores ovaciones se las llevó el veterano diestro de Jerez antes y después de enfrentarse a su lote: la que tuvo que saludar al terminar el paseíllo y las que se extendieron en la dilatada y sentimental vuelta al ruedo que dio tras matar al quinto y en la que finalmente le dieron antes de salir a hombros.

Fue entonces, en estas dos últimas, cuando ondearon los cachirulos y las banderas piratas y las de España, cuando se repartieron los abrazos en el callejón, las lágrimas y los gritos de "Illa, Illa, Padilla maravilla", que llevaron al torero a besar agradecido la misma arena donde hace siete años estuvo a punto de perder la vida y comenzó su leyenda.