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Planeta no pasa página y sigue en Madrid

El presidente, José Crehueras, descarta el regreso a Barcelona en vísperas de un premio para el que suena con fuerza Santiago Posteguillo

Los integrantes del jurado del premio "Planeta", con las novelas finalistas. EFE

Este año pasamos página: si hace doce meses el hábitat del Premio Planeta estaba enrarecido por el huracán político de un procès en ebullición que empapaba el aire barcelonés de malos rollos y peores augurios, en esta ocasión la fiesta editorial del galardón está más relajada. Y eso se percibe en la tradicional rueda de prensa en la que directivos del grupo editorial y los miembros del jurado hacen un repaso a la actualidad del libro y a las diez novelas finalistas, entre las que ayer cobró gran fuerza el nombre de Santiago Posteguillo, autor valenciano de gran éxito con sus novelas sobre Roma. Solo se trató, y sin demasiada insistencia, la vía empresarial cuando se le preguntó al presidente, José Crehueras, si habría marcha atrás en la decisión del grupo de instalar la sede social en Madrid. Fue tajante: "El año pasado trasladamos la sede a Madrid por las razones de inseguridad jurídica y proteger los intereses de todos aquellos que se relacionan con nosotros. Mantenemos firme la decisión porque creemos que las condiciones no han cambiado".

¿Significa eso, entonces, que no se descarta un regreso en el futuro? "En el momento en que cambie la situación nos lo plantearíamos". Lo que descarta cualquier movimiento a corto y medio plazo, si nos atenemos a la trama de suspense que vive el procès. Convertido el huracán político que azotó el entorno del Planeta en pegajosa tormenta tropical, esta LXVII edición que dará 601.000 euros a la obra ganadora y 150.250 a la finalista cuando esta medianoche se abran los sobres afortunados en el Palacio de Congresos de Cataluña, el encuentro con los medios permitió a Crehueras centrarse en el negocio para reclamar un plan de protección de las librerías, más apoyo al fomento de la lectura y, especialmente, una lucha sin cuartel contra la piratería, aunque quiso quitarle cualquier componente "romántico" para llamarlo "robo" puro y duro. "Cada minuto se descargan 800 libros ilegalmente; además de una falta de respeto a los autores, es robar", acusó Crehueras, dolido porque "el sector del libro es siempre el gran olvidado por todas las instituciones y gobiernos. Siempre reclamamos mayor atención y los presupuestos siempre nos parecen muy cortos". Posteriormente, Crehueras anunció que ya está cerrada la venta a Vivendi del grupo Editis -el segundo grupo editorial de Francia- en una operación de cifras mareantes: 900 millones de euros.

Metidos ya en harina literaria, el escritor Juan Eslava Galán hizo un año más de conexión entre las diez obras finalistas (se presentaron 642, según la editorial, seis de ellas asturianas) y la prensa. Y como primera conclusión relevante hay que apuntar un detalle significativo: la Guerra Civil y la historia pierden fuelle y, en su lugar, piden paso las novelas de clara orientación femenina, algo que el escritor y jurado Fernando Delgado definió como un nuevo realismo social. Y lo cierto es que los argumentos proporcionados por la editorial (escuetos a más no poder para no dar demasiadas pistas) presentan mucho protagonismo femenino, desde historias de varias generaciones de mujeres hasta romances lésbicos pasando por ambiciosas políticas, maternidades envenenadas o investigadoras en busca de códices misteriosos. Llegados a ese punto de la trama, la rueda de candidatos ya ha empezado a dar vueltas y empiezan a surgir nombres que vaya usted a saber si son un delirio o tienen algún viso de realidad. Un periodista apuntó la pista de la "ciudadana" Inés Arrimadas en la rueda de prensa, ante la hilaridad general. Nunca faltan a la cita de quinielas mediáticos como Risto Mejide, Jorge Javier Vázquez, el exministro Màxim Huerta y Adriana Abenia, o autoras de reconocido éxito como Megan Maxwell, Matilde Asensi, Care Santos (publica novela en dos semanas, descartada), Rosario Raro, Elia Barceló o Sandra Barneda. Muchas papeletas con nombre de mujer entre las que se ha colado con ímpetu legionario Santiago Posteguillo, autor de sagas históricas que vende libros como rosquillas, y cuyo perfil encaja con la novela "El ascenso", presentada con el seudónimo de James Sussex (Posteguillo es profesor en el Sidney Sussex College de la Universidad de Cambridge, por cierto).

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