Lo que en Asturias se siente por Víctor Manuel es devoción, devoción de la buena, de la entregada, de esa que conduce al cielo del buen sonido. Se notó mucho anoche en el teatro Palacio Valdés, en Avilés, que estaba de bote en bote, rendido y desarmado. Y es que el de Mieres presentó la gira nacional de "Casi nada está en su sitio", que es su último disco, el de "Allá arriba al norte".

Pero no sólo hubo nuevas canciones. El concierto de anoche fue también una fiesta de memoria viva: con "La romería" y "La planta 14" y, por supuesto, en los bises, cuando llegó el turno de "Asturias / si yo pudiera cantarte", que revalidó su puesto como himno oficioso de los asturianos, de los devotos del autor que consiguieron hacer caer el teatro cuando tocó escuchar "Ya sé que les estorba / que abran las cunetas", que son dos versos de "Cómo voy a olvidarme". Cuando terminó el tema, el cantante explicó: "Seguimos de récord: somos el segundo país, después de Camboya, en número de desaparecidos". Y, claro, aquí hubo más aplausos todavía.

El montaje de anoche es cosa del director de escena José Carlos Plaza, que se mantuvo las dos horas largas en la mesa de sonido, en la parte trasera de la platea, dando órdenes de entrada de cada uno de los focos señalados a los cinco músicos y al cantante. Entre los primeros, el bajista avilesino Dani Casielles. "Juega en casa", dijo en un momento en que se puso a presentar a su banda: los teclados de David San José, la batería de Ángel Crespo... Todo ello en un teatro en el que no faltaron ni Chus Pedro, ni el escritor Fulgencio Argüelles, ni la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín... Todos ellos y también, por supuesto, Ana Belén, detrás de la mesa de mezclas, discreta, que la de anoche fue la noche del autor de "La madre".

El personal se había hecho con las entradas en sólo 45 minutos, un síntoma de la devoción de los asturianos por el hombre que comenzó con "Allá arriba al norte " bajo unos telones convertidos en pantalla de un ficticio "Diario Noticioso" por el que se paseó la baila, baila, bailarina o el cantante se puso metafísico para saber a dónde van los besos y los abrazos y todo lo demás. Y aquí, justo aquí, hubo un parón. "Estoy nerviosu", confesó. Y es que se le había ido el primer verso del tema. Y "nerviosu" y todo cosechó el aplauso del respetable, que se rompió las manos cuando llegaron los versos más proclives, que hay amor que derriba fronteras.

El Palacio Valdés estrenó sistema de sonido: sobre el telón de boca los maquinistas colgaron los altavoces y eso permitió que no se anulara ningún palco, que es lo que pasaba hasta ahora. Y, además, permitió extraer un sonido espectacular para un recital que no se repetía en el Palacio Valdés desde 2009, cuando Víctor Manuel se puso a vivir para cantarlo.