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Inmatriculemos a Víctor Manuel

Ver al cantante mierense en Avilés es como ver a Maradona en Buenos Aires

Inmatriculemos a Víctor Manuel

Jenaro Gajardo Vera, chileno de Traiguén, provincia de Malleco, inmatriculó la luna. Con fecha de 25 de septiembre de 1954 quería Jenaro realizar "un acto poético de protesta" porque aspiraba a que existiese un lugar sin odio, maledicencia y rencor. Esta pequeña historia, previa a su reggae "Luna", contó Víctor Manuel en su concierto de inicio de gira en el Palacio Valdés de Avilés. Desde el principio sabíamos, los que agotamos las entradas a toda velocidad, que el teatro iba a ser un espacio como al que aspiraba Jenaro Gajardo: una bombonera poética sin odio.

No es extraño que José Carlos Plaza disfrazase el escenario con periódicos y, en las pantallas, apareciese un falso diario, "El Noticioso". No es extraño, digo, vestir así a alguien que ha confesado que muchas de sus inspiraciones ("La madre", "Solo pienso en ti") llegaron por recortes de periódicos. Y sonó con contundencia el primer single de su nuevo trabajo, "Casi nada está en su sitio": "Allá arriba al norte", que fue coreado ya con aplausos de final de actuación. Ver a Víctor Manuel en Avilés es como ver a Maradona en Buenos Aires. Lo enlazó, con todo el sentido y la responsabilidad nerviosa de quien empieza una gira, a "La romería" y así descubrimos cuál iba a ser el menú de toda la sesión. Una combinación de grandes clásicos ("Quiero abrazarte tanto", "A dónde irán los besos"...) con gran presencia de composiciones recientes. Tiene la sospecha Víctor Manuel de que con este último disco se le está aplaudiendo porque, a su edad, "está amortizao" y no es un peligro para nadie. Hay que darle la razón por delante, no es cuestión de sacarle los colores, y llevarle la contraria por detrás. Los versos de "No me digas": "Estas manos/ que reconoce tu cuerpo/ y el fósforo de mis huesos/ que vigilaban tus sueños". Los versos de "Así me siento hoy": "Sombra de lo que fui/ Eso es lo que ahora soy/ Una caja blindada/ y dentro, un corazón". Los versos de "Digo España": "Digo España/ Y qué bien suena esa palabra/ No la arrojo contra nadie, contra nada". Hablan por sí solos de un disco mayúsculo, incluso contra lo que diga su autor. Y eso que me faltó "Cuando acabe este vals", otra muestra del pulmón poético de Víctor Manuel.

Después de la inevitable ristra de clásicos que han construido nuestro tiempo ("Soy un corazón tendido al sol", "Ay, amor", "La planta 14", "El abuelo" o "Solo pienso en ti" con arreglos deliciosos), un Víctor en plena forma nos mató con "Asturias" y, ya sin su banda y solo con David San José al piano, con "He cortado estas flores".

Estoy seguro que, como Jenaro Gajardo, los asistentes al concierto querríamos inmatricular a Víctor Manuel para restringir a indeseables el paso. Que fuese solo para nosotros. Él, que es cada día más listo y sabe que ni sus canciones son ya suyas, nos llevaría la contraria con una ranchera de su nuevo disco: "Que se vengan todos/ Que mañana es tarde".

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