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"Les Luthiers", esos maravillosos uruguayos

Una teoría sobre las razones por las que el grupo argentino disfruta de un éxito perenne

"Les Luthiers", esos maravillosos uruguayos

Sí, de sobra sé que son argentinos, pero por Dios déjenme desquitarme. Llevo toda la vida tratando con porteños y demás personal del país más guapo de América, y tengo la guerra perdida. Se lo llevo explicando por activa y por pasiva, les digo que nací en Oviedo, en la calle Jovellanos, que mis padres, abuelos, bisabuelos y toda la banda eran asturianos, y no hay nada que hacer. Siguen llamándome gallego, cosa que a cualquier persona honraría, por supuesto, pero es que el que nace del Eo para acá, quiérase o no, no es gallego, sino una cosa quizá más chévere aún llamada asturiano. Así de simple. Pues nada. Siempre es igual, te llaman gallego, les explicas que eres asturiano, te miran, y dicen tranquilamente "O sea, gallego". Y sé que todos los del Principado y su archipiélago -los centros asturianos del mundo- están hasta el sombrero de este grave problema. Pues ahí lo tienen: uruguayos.

Pero, aparte de que sean de la República Oriental o de la Occidental, hay una faceta rara a analizar en esta gente: el porqué de su éxito perenne. Estoy rozando la ancianidad y estos tipos ya estaban en la cumbre cuando yo era chaval. "Lo difícil es mantenerse", dicen los artistas. Pues ya ven en este caso. Otro axioma es el de "Nadie es profeta en su tierra". Perdonen, pero los he visto en más de una ocasión en Buenos Aires. Tiros para conseguir una entrada, aplausos a rabiar, días y días en cartelera. Y en cuanto a España, se han levantado un premio "Princesa de Asturias", así, como si nada. Y yo he tenido que sacar las entradas para noviembre en julio. Y los precios no eran populares, precisamente. Y los güajes de los institutos, que dedican su mundo a enlazar con el móvil y no les interesa para nada el resto de facetas de la vida, los esperan enfebrecidos y les construyen hasta un sidrófono. Algo difícil de creer.

Le he dado vueltas a este asunto, y creo que he pillado el gozne sobre el que gira todo. No, la clave no es que fabriquen una corneta con el sifón de un lavabo. Tampoco su soberbia capacidad musical; ni por supuesto su asombroso humor fino, profundo, y elegante. Ni su inteligencia, sin duda brillante. No. Es simplemente un asunto genético. Se llama heterosis. Este fenómeno, también conocido como vigor híbrido, muy usado en ganadería, es muy simple: cuando se cruzan dos individuos genéticamente distantes, la cría supera a sus antecesores. Usted cruza un semental de asturiana de los valles -es un decir- con una vaca frisona, y el ternero es excelente morfológicamente. Y se lo pagan mucho más. Si en algún país del mundo se da cruce de personas -asturiano con italiana, rusa con galés, inglés con portuguesa- es en la República del Plata. Un ejemplo en nuestra especie: cruzando una persona negra con una blanca les sale una mulata, o un mulato, que según mi hija los hay de toma pan y moja. Está todo dicho. Sucede que estos señores de Les Luthiers tienen una heterosis que se sale. Tanta, que no hay quien pueda con ellos. Simplemente la mejora no les ha venido por lo físico sino por lo genial. Unos grandes uruguayos.

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