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La prueba del nueve del humor

La prueba del nueve del humor, la que superan poquísimos poquísimos poquísimos humoristas, consiste en ser capaz de mantener el efecto cómico de un número en una segunda, tercera o cuarta audición. Eso está al alcance de muy pocos. Desprovisto del efecto sorpresa, la inmensa mayoría del humor pierde la espoleta. Sólo un selecto grupo de autores consigue que sus obras cómicas no pierdan su potencial para provocar risa cuando se vuelve a ellas una y otra vez. Y entre ellos, sólo un selectísimo número dentro de ese selecto grupo logra que la audición repetida de su material provoque no un descenso sino un aumento de su efecto cómico. De hecho, que me vengan ahora a la memoria, sólo puedo citar como integrantes de ese selectísimo número a un grupo de genios argentinos que llevan cincuenta años produciendo espectáculos músico-humorísticos que crecen y crecen con cada nueva escucha y que, albricias, recaban en la ciudad de Oviedo durante los próximos cinco días con su nueva antología "Viejos hazmerreíres".

No sé si es verdad eso de que Carlos Gardel cada día canta mejor, pero les aseguro que "Les Luthiers" cada día tienen más gracia. Sus interpretaciones son más brillantes. La increíble alquimia de sus textos provoca nuevas conexiones cada vez que se ejecutan. Y la sensación de estar ante un prodigio orfebre de la música universal y la lengua española se hace cada vez mayor con cada nueva antología. Los que vamos a tener la inmensa suerte de contemplar el espectáculo de "Les Luthiers" durante los próximos días conocemos en detalle el delicado arte al que vamos a asistir, pero eso no va a restar ni una milésima de nuestro disfrute. Es más, lo va a potenciar. Y cuando lleguemos a casa de vuelta, husmearemos por internet buscando volver a ver alguno de sus números. Y eso, más que ninguna otra cosa, es la prueba del nueve del humor.

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