Gijón, E. V.

Se esperaba con avidez el concierto de "Love of lesbian", veterana banda pese a lo que pueda parecer, en el teatro de la Laboral. Y los muchachos que capitanea Santi Balmes -a quien se debe la curiosa nomenclatura del grupo- no defraudaron. Con un lleno hasta la bandera en el patio de butacas, colmado de un público mayoritariamente integrado por cuarentones de ambos sexos, una voz en "off" sirvió para presentar el concierto. Se alzó el telón y de inmediato sonaron los acordes de "Nada", a piano y voz. El escenario, ambientado como un almacén con varias cajas dispersas, se llenó con la magia de un grupo musical catalogado como una de las cumbres del "indie" en castellano pero que agrupa en su trayectoria mucho más que esa etiqueta. "Cuestiones de familia" y "Contraespionaje" fueron los siguientes temas que sonaron. De inicio, tranquilidad y aplausos, con un sonido notable y un juego de luces y sombras muy cuidado. Se trata de un espectáculo en toda regla: mientras los músicos interpretan sus creaciones, un actor representa distintas situaciones relacionadas con las letras que suenan sobre el escenario.

Balmes se dirigió al público tras las primeras canciones del recital: "Estamos contentísimos de presentar este espectáculo "Espejos y espejismos" que hicimos hace cuatro años. Es un repertorio más minimalista de lo habitual. Bienvenidos todos y que se haga la magia". Y la magia se hizo.

Unos tipos que empezaron a tocar juntos en el otoño de 1997 y que pasaron por vicisitudes tan alocadas como ver que a sus primeros conciertos acudían seis o siete personas, cuando no sólo dos llenan ahora allá donde actúan; que grabaron su primer disco, "Microscopic Movies", casi amanuense, en la cocina de su primer productor, Jean Hugues Dollet, que previamente había sido insonorizada con colchones, disponen ahora de una cuidada producción ; y que acudieron como teloneros de "The Cure" en la gira "Dream Tour" de la prestigiosa banda británica, vuelan perfectamente en solitario hasta convertirse en referencia del pop español.

Sus canciones, algunas de las más poéticas de su repertorio, en tiempos medios, se acercaron al público hasta conseguir que creciera la intensidad al sonar algunas celebradas, como "Los días no vividos" o "La noche eterna". Con "Planeador" el público ya se puso a cantar y a dar palmas. Y así hasta el final, cuando saltaron al patio de butacas sin amplificación a cantar "segundo asalto". Apoteósica despedida.