Nadie monta unos desfiles tan espectaculares como Karl Lagerfeld para Chanel. Es una afirmación que muy pocos discutirán o pondrán en duda. Y es que cada vez que el alemán presenta una colección vuelve a superar sus propios logros. Vuelve a dejar al público y amantes de la moda otra vez sin palabras. Y no sólo por los looks que sube a la pasarela, sino por el microcosmos único que crea alrededor de ellos. Y para muestra, el desfile que realizó en la madrugada de ayer en el Museo Metropolitan de Nueva York; sin duda, una de las instituciones más ligadas al mundo de la moda. En una de sus salas, con el templo de Dendur como maestro de ceremonias, el "káiser" mostró su colección Pre-Fall 2019 o, lo que es lo mismo, el adelanto de la línea del próximo invierno que llegará a las tiendas en agosto de 2019. Pero desde 2002 Lagerfeld y su equipo bautizaron este desfile como "Metiers d'Art", con la que rinden homenaje a todos los artesanos, que son piezas imprescindibles en la vida de la firma y en el "savoir faire" de Chanel.

Y la elección del templo de Dendur como escenario no es casualidad. Ni tampoco la elección de la ciudad de Nueva York. Lagerfeld no deja nada al azar. El hilo conductor de toda la colección es el Antiguo Egipto, así que pocos escenarios había mejores para su puesta en escena. Y como si se volviera a la época de las conquistas del imperio egipcio, Lagerfeld lanzó un guiño a su imperio al escoger la ciudad de Nueva York para el desfile, ya que ésta fue una de las primeras en aplaudir y alabar los diseños de Coco Chanel.

Así, en esta especie de renacer, la colección se llenó de luz, materiales nobles y artesanía en cada puntada. La era faraónica regresa modernizada; combinando vestidos estampados con cazadoras vaqueras o cuellos y hombreas egipcias en cazadoras de cuero con pantalones masculinos. El negro, el blanco y el dorado llevan la voz cantante, pero hay espacio para el azul y los estampados multicolor. El oro se apodera de los complementos: botas, botines, cinturones, medias, gorros y collares XL. Y también del icónico traje chaqueta de la "maison". O de los pantalones metalizados, que lució un modelo especial y fiel escudero de la firma, el cantante Pharrell Williams. Las superposiciones son la clave de la propuesta, ya que juegan un papel esencial para conseguir esa forma triangular o de reloj de arena tan característica de la época. Y las transparencias son el elemento más sutil empleado para disparar la sensualidad de la colección. Un nuevo episodio en la era Chanel que los reafirma como emperadores de la moda mundial. O, por lo menos, como uno de los rivales más difíciles a batir.