Erotismo, música y humor fueron los tres ingredientes con los que el artista multidisciplinar Rodrigo Cuevas cocinó un concierto histórico en el escenario que la asociación músico-cultural "Bocanegra" tiene en Valles (Piloña). Para empezar porque era la primera vez que el colectivo agotaba las entradas anticipadas en sus más de diez años de existencia. Para seguir porque el músico ovetense compuso una canción para los vecinos del municipio, en el que reside desde hace varios meses, en agradecimiento por la buena acogida que le brindaron desde el principio.

La letra recoge cómo los residentes de núcleos como Sevares o Villamayor bajan cada lunes a Infiesto a comprar y a pasear por el mercado semanal. "Aquí estoy muy a gusto. Me siento piloñés", aseguró el compositor, quien invitó a los presentes a recuperar tradiciones como la de "rondar" (cantar al enamorado al pie del balcón o la ventana). El público respondió "perreando" y aplaudiendo durante la hora y media larga que duró la actuación.

Cuevas, considerado como el renovador del folclore asturiano, prometió entonar el sábado en Piloña una retahíla de grandes éxitos con motivo del fin de la gira "El mundo por montera" y cumplió. En zapatillas, luciendo madreñas, montera picona, medias y ligas apareció sobre las tablas entonando la versión "El señorito" de Isabel Pantoja, a la que siguieron canciones muy coreadas como "Embrujada", de Tino Casal.

En el repertorio hubo espacio para contar historias populares como la del toro "Barroso", para homenajear a los vaqueiros al son de la pandereta y hasta para un reggaetón en el que el artista, que no dudó en despojarse de su icónica vestimenta sobre el escenario de Valles, invitó al respetable a "estirar el cuádriceps".

Por aclamación popular el cantante, que estuvo acompañado por una banda, cerró el show con la canción que lo catapultó a la fama, el "ritmu de Verdiciu".