"Moriré con las botas puestas y enamorado de mi profesión, la costura", decía en una de sus últimas entrevistas un emocionado Elio Berhanyer, que ayer, a punto de cumplir 90 años, falleció en Madrid. La triste noticia eclipsó las propuestas de los noveles diseñadores en la pasarela Mercedes-Benz Fashion Week, que comenzó su 69.ª edición con un homenaje al maestro cordobés.

"Las marcas nunca mueren, muere el diseñador", afirmaba Berhanyer, que creció en una familia humilde de piconeros. Hasta su último desfile de 2010 en la pasarela Cibeles, Elio Berhanyer había cosido más de cien colecciones, 23.000 creaciones de alta costura y había vestido a más de 600 novias. Meses después, la crisis económica le obligó a echar el cierre a su taller madrileño.

Creció fuera de la escuela, repartió leche y bregó con vacas y cerdos, pero pronto, gracias a su sensibilidad innata y a su sentido de la belleza, se sobrepuso a su origen humilde y vivió el lujo desde primera fila. "Nunca fui al colegio, aprendí a leer y a escribir de forma autodidacta cuando era un adolescente", contaba. Con tan sólo 17 años sale de su Córdoba y se instala en Madrid, donde empezó a trabajar como escaparatista en una peluquería de Elisabeth Arden y después como creador de vestuario de teatro. En 1960 abrió su propia casa de costura. De sus manos salieron vestidos para Ava Gardner, Lola Flores y Cyd Charisse, también para aristócratas como la duquesa de Alba y la condesa de Romanones, e incluso para la Reina Sofía.

La fama le volvió algo excéntrico y llegó a tener dos guepardos en su jardín, más de cien gatos y numerosas pinturas y esculturas de valor incalculable, además de un Rolls Royce. Defendía las líneas puras y austeras y una elegancia serena y refinada. Sus colecciones las blindó contra el paso del tiempo y de las modas. "La elegancia reside en la discreción", aseguraba. Confeccionó los uniformes para la compañía aérea Iberia.

Conoció al gran Balenciaga, quien le dijo: "Jovencito, véngase conmigo a París, que le sentaré en una silla y aprenderá a hacer ojales". Berhanyer ni aceptó la proposición de Balenciaga ni la de Yves Saint Laurent. "No quería trabajar bajo ninguna influencia", decía. Recibió en 2011 el Premio Nacional de Diseño de Moda. "Estoy enamorado de la moda como el primer día, ella me eligió como pareja de baile, y no al revés", dijo el recoger el galardón.