La asistencia de la primera dama de Estados Unidos, Melania Trump, al Congreso con ocasión del discurso de su marido, Donald Trump, sobre el estado de la Unión, significó su primera aparición pública desde diciembre.

La última vez que la primera dama se había dejado ver en público fue el día 27 de diciembre, hace casi un mes y medio, al regresar a Estados Unidos de un viaje sorpresa que ella y el presidente realizaron a Irak para visitar a las tropas en época navideña.

La primera dama, que durante sus dos primeros años en la Casa Blanca ha tratado de mantenerse alejada de los focos, llegó al Congreso por separado de Trump, con casi cuarenta minutos de antelación.

Fue el segundo año consecutivo que lo hizo, instaurando así una nueva tradición que rompe con la tradicional, en la que la primera dama y el presidente hacían juntos el recorrido desde la Casa Blanca al Capitolio con ocasión del discurso sobre el estado de la Unión.

En un comunicado a la CNN, Stephanie Grisham, una portavoz de la oficina de la primera dama, explicó que Melania Trump "sabe que ésta es una noche importante y quiere asegurarse de que la experiencia de sus invitados sea especial y que se sientan cómodos".

A diferencia de sus predecesoras, añadió, la primera dama dedica las horas previas al discurso a atender a sus invitados especiales con recepciones en la Casa Blanca y el Congreso.

De hecho, Melania Trump se sentó durante el discurso con una de esas invitadas, Grace Eline, una niña que superó recientemente un cáncer cerebral.

La primera dama asistió al discurso de la Unión con un vestido de color azul marino oscuro, mientras que la hija y asesora del presidente, Ivanka Trump, vestía de negro. Ambas contrastaban con la bancada de congresistas demócratas, en riguroso blanco, un uniforme elegido para conmemorar a las mujeres que a principios del siglo XX reivindicaron el voto femenino vestidas de ese color.

Donald Trump invitó a su discurso a agentes de la ley, expresos, una exdrogadicta y a familiares de asesinados por inmigrantes, entre otros, en una estampa de su agenda política en lo que va de mandato.

La hija, la nieta y la bisnieta de Gerald y Sharon David, que el pasado mes de enero fueron asesinados en su casa de Reno (Nevada) por un inmigrante sin documentos, asistieron como invitadas. Trump también invitó a Matthew Charles, que tras veintidós años en la cárcel por vender drogas fue el primer preso beneficiado por la reforma criminal promovida por el presidente que quedó en libertad, en enero de este año.