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FACU DÍAZ | Humorista, presenta "No te metas en política" en Avilés

"Los cómicos hemos pecado de alarmismo y de victimismo"

"Con las redes te llevas algún escupitajo, pero también un lazo muy fuerte con la gente que te permite vivir del humor"

Facu Díaz, en una imagen de archivo, camino de los tribunales. JUAN CARLOS HIDALGO

Facu Díaz (1993) es, junto a Miguel Maldonado, el presentador de "No te metas en política", un programa de televisión y de humor que, de cuando en cuando, sale de gira. Eso es lo que va a hacer este viernes en Avilés en el auditorio del Niemeyer (20.30 horas). Díaz conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

- La suya, ¿es una profesión de riesgo?

-Bueno, yo creo que ahora tiene más riesgos, digamos, de carácter mediático. Sí que es cierto que también está habiendo casos judicializados que dan mucho miedo y sobre los que considero que hay que poner el foco y, después, hay un alarmismo general porque los cómicos estamos recibiendo muchas veces en la cara la reacción directa de la gente a la que llegan nuestras barbaridades y no siempre nos gusta. No siempre ha sido así, no siempre hemos tenido las posibilidades de saber al instante lo que la gente piensa de nosotros. Y, bueno, esto es un aspecto más de nuestra profesión con el que vamos a tener que convivir a partir de ahora. En cualquier caso, lo que da miedo es la posibilidad de que la gente te ponga delante de un juez y te haga explicar un chiste. Es de lo más surrealista.

- Le ha pasado tres o cuatro veces.

-Hace años ya que no, pero sí, me ha pasado varias veces. Se han dado cuenta de que puedo ser imbécil, pero no un delincuente. Y me han dejado en paz, pero son cosas que siguen ocurriendo. La mayoría de las cosas no llegan a ningún lado.

- ¿Qué diferencia hay entre un chiste malo y un delito de odio?

-La diferencia no la tenemos que marcar nosotros, los humoristas. Entiendo, en cualquier caso, que se tiene que considerar si ha habido intencionalidad o ganas de herir a un colectivo históricamente desfavorecido y discriminado. No es lo mismo hacer un chiste en un contexto humorístico y con la complicidad de público que poner un autobús en la puerta de un colegio que le dice a los niños y a las niñas trans que no son normales. El "sketch" que me llevó a mí a la Audiencia Nacional podía resultar ofensivo para un víctima del terrorismo, pero yo no fui quien le puso ese "sketch" a las víctimas. Fue 13 TV, que les llevó a un plató, les sentó a una mesa y les dijo: "Mirad este vídeo". Hay muchos matices en todas estas cosas. Hay tantos que es muy difícil legislar sobre ellos. Soy partidario de dejar todo esto para el ámbito civil: que cada uno pueda defender su honor y la verdad respecto a su persona. Así se podría dejar el ámbito penal libre de este tipo de discusiones.

- ¿Y esta situación les va a llevar al humor blanco?

-Los cómicos hemos pecado de un cierto alarmismo e incluso victimismo diciendo que ya no se puede hacer nada. Sin embargo, sigo viendo que todo el mundo sigue haciendo lo que hacía y que poca gente ha cambiado sus modos de hacer. Las redes han servido de amplificador a ciertos puntos de vista que siempre han estado ahí. Siempre ha habido gente a la que no le ha gustado cierto tipo de humor. Ahora, con las redes, lo vemos de una manera más amplificada, pero no lo considero un problema ni pienso que está en riesgo el humor mientras las protestas se queden en una cosa de las redes.

- ¿Le influyen en su manera de operar?

-No considero que los comentarios de internet como representativos de la mayoría. Poniéndome como ejemplo a mí mismo, pocas veces cuando algo me gusta dejo constancia de ello en las redes. Sin embargo, suelo hacerlo cuando las cosas no me gustan. Si yo me dejara guiar por comentarios negativos no volvería a salir a un escenario en la vida. Las redes nos han ayudado a acercarnos al público y así, ya le digo, recibes tanto lo bueno como lo malo. En lo bueno, recibes una confianza que valora tu trabajo. A nosotros, a los nacidos en la era digital, tenemos la suerte de que las redes nos acercan a gente que, después, con todo su cariño, paga una entrada por verte y sostiene económicamente lo que estás haciendo y te permiten vivir de ello. Te acercas y te llevas algún escupitajo, pero también un lazo muy fuerte con la gente.

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