Málaga, Eduardo PARRA

Hace tres años, Nacho Vidal habló en televisión con toda naturalidad de su hija transexual. Ahora presenta un documental, "Me llamo Violeta", que narra un viaje de tres años de identidad, aceptación y amor familiar; una obra para que revela la faceta más humana del icono del cine pornográfico español.

"Yo no soy un padrazo", advierte Vidal, "sólo un padre. En el momento en el que no actúas como yo ante tus hijos eres otro cosa, un señor, no un padre. Lo que entiendo como un padre es una persona que acompaña a sus hijos por los caminos de la vida, intentando guiarlos, acompañándolos en lo que sea que decidan sin preguntar, sin criticar, sin darles muchos consejos. Tienen que cometer sus propios errores y aciertos y no lo del padre coraje".

"Me gusta estar mucho con mis hijos", afirma, "no tanto como quería, pero el hecho de tener una hija transexual y que lo haya aceptado y que lo diga no me hace mejor padre. Un padre que castiga a su hijo por jugar con muñecas o a una hija por jugar con la pelota, no es un padre".