En contra de todo pronóstico, el paso de Ángel Cortés -un policía nacional zaragozano con raíces asturianas por parte de su abuela materna- por el programa "La Voz" le ha llevado a disputar esta noche la gran final, en la que medirá su voz con las de Andrés Martín, María Espinosa y Javi Moya.

Con mucho más en contra que a favor, empezando por el hecho de que Cortés, de 38 años, es músico lírico en un programa donde predominan otro géneros, el nieto de Margarita Rodríguez Menéndez, natural de Arnao (Castrillón), dará el do de pecho en la final con la esperanza de que el público sea tan decisivo en la votación como lo fue en las fases clasificatorias, cuando por dos veces la coach del cantante de origen asturiano, Paulina Rubio, se decantó por otro contendiente y fueron los votos telemáticos los que dieron la vuelta a la tortilla.

La voz de tenor de Ángel Cortes, su aplomo en el escenario y la sabia elección de un repertorio que saca lo mejor de sus cuerdas vocales - "O sole mio", "Amapola", Torna a Surriento", "Una furtiva lágrima"...- le han valido el cariño del público como a ningún otro concursante de esta edición de "La Voz" (Antena 3). Y aunque el sueño de ese melómano es cantar en los grandes escenarios operísticos del mundo, en uno de los programas se atrevió a interpretar con su coach la pegadiza canción "Ni una sola palabra", en las antípodas del "bel canto".

Ángel Cortés conserva familia en Asturias, región que suele visitar por los veranos y donde hace gala de su privilegiada voz a poco que el ambiente se ponga festivo.