Aquellos que hayan conseguido entrada para el próximo domingo, día 28, en el concierto de Bob Dylan en el Palacio de los Deportes de Gijón (21.00 horas) y quieran hacer una foto con su móvil del músico y premio Nobel de Literatura igual se meten en un lío de los gordos. Pueden encontrarse con que el propio Dylan detenga el concierto y les eche una bronca inolvidable. Eso fue, precisamente, lo que le pasó el martes pasado a los asistentes al concierto que Dylan ofreció en Viena.

La norma del músico, muy poco dado a efusiones sobre el escenario, es limitar en todo lo posible que le tomen fotografías durante los conciertos. El público recibe una advertencia por los altavoces de que allí no se pueden hacer fotos y que en caso de que les pillen en plena fechoría pueden requisarles el móvil y entregárselo luego a la salida. Si no entrega el teléfono, se va del concierto. La revista "Rolling Stone" cuenta el caso de la actuación del año pasado en el Beacon Theatre de Nueva York en la que los acomodadores recorrían los pasillos con linternas y enfocaban a quien vieran con un teléfono en ristre. La misma publicación añade que por lo menos Dylan no ha llegado al límite del músico Jack White o del cómico Chris Rock, en cuyas actuaciones solo se puede entrar con el móvil dentro de una bolsa sellada.

El martes Dylan decidió cortar por lo sano. En vez de dejar que sus servicios de seguridad hicieran el trabajo, intervino él mismo. Había empezado a cantar uno de sus temas más conocidos, "Blowing in the wind", cuando de repente se detuvo. Apenas había cantado un verso. Luego dijo algo que no le entendieron muy bien y dio unos pasos hacia atrás, como retirándose. Entonces tropezó con un amplificador, perdió el equilibrio y casi se cae de espaldas. Trastabillando, se apoyó en la batería y un guitarrista le ayudó a recuperar la vertical. Entonces, de vuelta al micrófono, cabreado, ya dijo claramente qué era lo que le había puesto tan furioso. El tono que utilizó, según la crónica de la revista "Rolling Stone", fue de "ladrido". Les dijo a los fans: "Podemos tocar o podemos posar. ¿De acuerdo?". Luego, antes de desaparecer sin despedirse, interpretó "It's takes a lot to laugh, it's takes a train to cry". Fue la banda la que terminó el show con una versión instrumental de "Just Like Tom Thumb's Blues". Es el número final de toda esta gira.

Como no hay mal que por bien no venga. Los fans de Dylan han anotado que al menos escucharon su voz (canciones aparte), porque hace ya tiempo que no se dirige para nada a sus seguidores. Calculan que hace unos dos años que dejó siquiera de presentar a la banda que le acompañaba.