"Enterrados" cuenta los días para ver la luz. La película del mierense Luis Trapiello se estrenará en la oscuridad de las salas el próximo viernes, día 10. A la noche siguiente conocerá su suerte en la entrega de los premios del audiovisual asturiano "Gava". Tiene nominaciones al mejor actor ( José Antonio Lobato), mejor actriz ( Paula Prendes), mejor película, mejor director, mejor banda sonora ( Ernesto Paredano). Se rodó sobre todo en la galería del pozo San Luis y otra parte menor en el Sotón.
Aunque el punto de partida de "Enterrados" es un accidente que atrapa a un grupo de mineros a 600 metros de profundidad, la película de Trapiello no se conforma con narrar una historia de supervivencia en un espacio hostil. Su guion da cobijo a varias galerías de distintos tonos y timbres dramáticos. Hay, por supuesto, una claustrofóbica bajada a los infiernos donde la mina se convierte en un personaje más (capaz de "cantar") y que pone al límite a los personajes, "una familia" improvisada que debe luchar unida aparcando diferencias. Hay, también, un caída en picado del protagonista (el argentino Joaquín Furriel, muy entregado a su papel), cuyo matrimonio con Paula Prendes (la actriz asturiana aporta luminosidad en la negrura generalizada) hace aguas. Y más ingredientes: onirismo, suspense, picos de terror, algo de comedia... y un aterrador giro al final que pone los pelos de punta a los espectadores por sorpresa.
Parece mentira, después de verla, que se rodara en solo cuatro semanas y media y por menos de un millón de euros. Como Trapiello afirmó ayer a LA NUEVA ESPAÑA, "si algún mérito tengo, creo que es ese, haberla hecho en tan poco tiempo es milagroso. Y sigue la lástima por todo lo que no pude rodar". Un milagro que empieza con la propia realización de la película (el guion estuvo cuatro años "enterrado" y pasó por varias versiones). ¿Qué le espera al espectador? El guionista y director lo adelanta: "Un viaje intenso al corazón de las tinieblas".