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JAVIER GUTIÉRREZ | Actor, protagoniza "¿Quién es el señor Schmitt?" mañana en el Niemeyer

"Echo de menos mayor riesgo en las producciones de teatro actuales"

"Los cómicos siempre hemos sacado los pies del tiesto, pero pocas veces se ha reaccionado contra nuestra libertad de expresión como ahora"

Javier Gutiérrez.

Javier Gutiérrez (Luanco, 1971) es el protagonista de la comedia loca "¿Quién es el señor Schmitt?", de Sébastien Thiéry, que mañana viernes (20.30 horas) se representa en el auditorio del Centro Niemeyer. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

- Le pillo rodando. ¿No?

-El otro día empezamos a grabar la tercera temporada de "Vergüenza", la serie de Movistar. O sea que sí, que hoy hemos estado grabando.

- Vamos, entonces, al tajo. ¿Qué fue lo que le sedujo de una obra como esta?

-Lo primero, el mismo Thièry, el autor de "¿Quién es el señor Schmitt?" Es uno de los autores más potentes del momento. Volver al teatro con un personaje tan interesante era una cosa perfecta. Un personaje así, en una historia como esta... Fusiona todos los géneros: comienza como una comedia del absurdo, pasa luego a ser "thriller" y termina siendo tragedia. Eso es muy interesante. Y, para cerrar el círculo, tener a Sergio Peris-Mencheta como director.

- Emparentan el espectáculo con Ionesco.

-Mucho, pero sólo al comienzo. Un tipo recibe una llamada en una casa en la que no hay teléfono. Lo bueno de "¿Quién es el señor Schmitt?" es que transita por distintos códigos. Es lo mejor que tiene, eso y momentos impagables, se lo aseguro. Esa comedia absurda termina en tragedia y eso descoloca al espectador, pero lo hace activo y nada complaciente: esos son los espectadores que atraen. Estrenamos en septiembre en Murcia, en el Romea, y desde entonces notamos todo esto muy bien, a la salida de la función.

- Cristina Castaño vuelve al teatro, que no ha frecuentado mucho.

-Trabajar junto a ella ha sido una experiencia muy hermosa. Pero no sólo ella, también Xabi Murúa o Armando Buika. Nos hemos hecho amigos. Y respecto de Cristina Castaño sólo le puedo decir que es una actriz muy tenaz y muy rigurosa. Todos la conocen por su papel en "La que se avecina", por eso ha frecuentado tan poco el teatro. Estoy seguro de que, después de "¿Quién es el señor Schmitt?", recibirá muchas llamadas para que siga en el teatro. Es muy difícil compatibilizar una gira teatral con una serie. En la serie trabajas de lunes a viernes y, luego, los fines de semana tienes que hacer el bolo. Luego hay que volver a casa para seguir rodando. Es un esfuerzo enorme que muchos compañeros prefieren no asumir porque prefieren seguir con sus vidas.

- Usted, sin embargo, siempre ha sido muy teatral .

-Nunca lo he dejado, ni nunca lo dejaré. El teatro es como la gasolina de los actores. En el teatro eres el dueño del proceso creativo. Bueno, con el director. Esa es una de las ventajas que ofrece la escena. Eso no lo consigues en el cine. En el cine haces el trabajo y, al final, eso que has hecho queda en manos del montador. Necesito llegar a los espectadores delante de mí, prefiero la respuesta inmediata porque eso te permite probar cada noche y, así, empezar de cero. Y todo esto, además, porque se da la circunstancia de que me he educado en el teatro. Y, siempre que puedo, vuelvo a escena.

- Cada vez puede menos. ¿No?

-Es posible.

- La última vez que trabajó en el Niemeyer fue con "Los Mácbez".

-Eso fue en 2014. Dirigía Andrés Lima y tenía a Carmen Machi como compañera de plantel. Sí, me gustaría tener más tiempo para seguir haciendo teatro, pero los compromisos adquiridos son los compromisos adquiridos.

- Formó parte de "Animalario". Debió de molar, ¿no?

-Claro. A pesar de lo complicado que fue, por ejemplo, hacer "Alejandro y Ana: lo que España no pudo ver del banquete de la boda de la hija del presidente" con la mayor de los municipios gobernados por el Partido Popular. Fue como un suicidio. Alquilábamos salones de boda para poder hacer el montaje. Íbamos a estar en Barcelona un mes y estuvimos cuatro o cinco. No se me ocurre quién podría hacer lo mismo que hicimos con "Animalario" en este momento. Y moló también haber trabajado con tipos como Luis Bermejo, Alberto San Juan, con Willy Toledo. Son mi familia, hermanos del alma.

- ¿El teatro se ha acomodado?

-Echo de menos mayor riesgo en las producciones de teatro. Es cierto que hay espectáculos de intensidad enorme. Hablo de "Jauría", por ejemplo, acerca La Manada, aquella violación tan atroz. Ahora Andrés Lima acaba de estrenar "Shock. El puma y el cóndor", un espectáculo centrado en el régimen de Pinochet. Sí, echo en falta espectáculos más comprometidos con el presente. Quizá este momento de corrección política nos ha llevado a acomodarnos. Quizá caminamos como un rebaño y nos jugamos a ser señalados si dejamos el puesto. Puedes estar de acuerdo o en desacuerdo, pero coaccionar a los cómicos es un atentado contra la libertad de expresión. Siempre hemos sacado los pies del tiesto, pero pocas veces ha ocurrido lo que se ve ahora.

- Está en todos los proyectos. ¿O es cosa mía?

-Es cosa suya. He hecho "Campeones", pero parece que salgo en todas las películas. Pasa igual con "Estoy vivo" o "Vergüenza": dos series que han tenido mucho éxito.

- Hacía mucho que no había un zambombazo tan enorme con una película española.

-El cine se hace con el apoyo de las televisiones, que quieren recuperar el dinero invertido o hacer el más posible. Para hacer eso intervienen en la producción en todo. Eso no pasó con "Campeones": cada vez es más complicado mantener la libertad creativa en el cine. Javier Fesser lo ha conseguido. "Campeones" ha sido una bomba porque ha roto el tabú de la diferencia: todo es amor.

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